Edgardo Mortara
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Edgardo Mortara Levi, más conocido como Edgardo Mortara (Bolonia, Estados Pontificios, 27 de agosto de 1851 - Lieja, Bélgica, 11 de marzo de 1940) fue un sacerdote católico nacido en el seno de una familia judía, observante y perteneciente a la tribu de Leví.[1] La historia de vida del sacerdote es conocida como El caso Mortara o El secuestro de Mortara, y fue una cause célèbre italiana que captó la atención de gran parte de Europa y América del Norte en las décadas de 1850 y 1860: se trató del secuestro —considerado por algunos defensores de la Iglesia Católica como "confiscación"— por parte de los Estados Pontificios de Edgardo Mortara cuando tenía 6 años y vivía con su familia judía en Bolonia; el mismo se dió basándose en el testimonio de una ex sirvienta de la familia que afirmó haberle administrado un bautismo "de emergencia" al niño cuando enfermó siendo bebé. Mortara creció como católico bajo la protección del Papa Pío IX, quien rechazó las desesperadas súplicas de sus padres por su regreso. Mortara finalmente se convirtió en sacerdote. La indignación nacional e internacional contra las acciones del Estado Pontificio contribuyó a su caída en medio de la unificación de Italia.
Edgardo Mortara | ||
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Mortara circa 1890 | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
27 de agosto de 1851 Bolonia (Estados Pontificios) | |
Fallecimiento |
11 de marzo de 1940 (88 años) Lieja (Bélgica) | |
Religión | Iglesia católica | |
Información profesional | ||
Ocupación | Sacerdote católico | |
Orden religiosa | Agustinos | |
A finales de 1857, el inquisidor de Bolonia, el padre Pier Feletti, se enteró de que Anna Morisi, que había trabajado en la casa Mortara durante seis años, había bautizado en secreto a Edgardo cuando pensaba que estaba a punto de morir siendo un bebé. La Suprema Sagrada Congregación de la Inquisición Romana sostuvo que la acción convertía irrevocablemente al niño en católico y, debido a que los Estados Pontificios prohibían la crianza de cristianos por parte de miembros de otras religiones, ordenó que fuera separado de su familia y traído por la Iglesia. La policía fue a la casa de Mortara a última hora del 23 de junio de 1858 y tomó custodia de Edgardo la noche siguiente.
Después de que al padre del niño se le permitió visitarlo durante agosto y septiembre de 1858, surgieron dos relatos totalmente diferentes: uno hablaba de un niño que quería regresar con su familia y la fe de sus antepasados, mientras que el otro describía a un niño que había aprendido el catecismo perfectamente y quería que sus padres también se hicieran católicos. Las protestas internacionales aumentaron, pero el Papa no se dejó convencer. Después de que terminó el gobierno pontificio en Bolonia en 1859, Feletti fue procesado por su papel en el secuestro de Mortara, pero fue absuelto cuando el tribunal decidió que no había actuado por iniciativa propia. Con el Papa como padre sustituto, Mortara se formó para el sacerdocio en Roma hasta que el Reino de Italia capturó la ciudad en 1870, poniendo fin a la existencia de los Estados Pontificios. Al salir del país, Mortara fue ordenado sacerdote en Francia tres años después, a la edad de 21 años. Pasó la mayor parte de su vida fuera de Italia y murió en Bélgica en 1940, a la edad de 88 años.
Varios historiadores destacan el asunto como uno de los acontecimientos más significativos del papado de Pío IX, y yuxtaponen su manejo del mismo en 1858 con la pérdida de la mayor parte de su territorio un año después. El caso alteró notablemente la política del emperador francés Napoleón III, quien pasó de oponerse al movimiento de unificación italiana a apoyarlo activamente. La historiografía tradicional italiana sobre la unificación del país no concede mucha importancia al caso Mortara que, a finales del siglo XX, era recordado principalmente por los eruditos judíos. Un estudio realizado en 1997 por el historiador estadounidense David Kertzer marcó el inicio de un reexamen más amplio del mismo.