Violación de Bélgica
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La violación de Bélgica es un término histórico utilizado para referirse al trato que recibió la población civil de Bélgica de parte del ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, semanas después de su invasión ocurrida en agosto de 1914 y que duraría hasta finales del conflicto. El término inicialmente tenía motivos propagandisticos, pero la historiografía moderna terminaría confirmando como verídico.[1] Los autores contemporáneos lo utilizan para referirse a la serie de crímenes de guerra alemanes perpetrados durante los primeros meses de la guerra (4 de agosto hasta septiembre de 1914)[2]
La neutralidad de Bélgica había sido garantizada por el Tratado de Londres (1839), el cual había sido firmado por Prusia. No obstante, el Plan Schlieffen requería que las fuerzas armadas alemanas violaran la neutralidad belga para lograr flanquear al ejército francés, concentrado en el este de Francia. El canciller alemán Theobald von Bethmann Hollweg quebrantó el acuerdo de 1839 describiéndolo como "un trozo de papel".[3] Durante los albores de la guerra el ejército alemán protagonizó numerosas atrocidades contra la población civil de Bélgica, tales como el asesinato de 6.000 belgas, la destrucción de 25.000 hogares y otros edificios en 837 comunidades. Un millón y medio de belgas (el 20% de la población total) huyó de la invasión del ejército alemán.[4] La cantidad de civiles que se movilizaron dentro del país es desconocida, las estimaciones varían desde medio millón hasta un millón y medio. A lo largo de toda la guerra, los alemanes mataron a 27.300 civiles belgas de manera directa, y un adicional de 62.000 a través de la privación de alimento y refugio (sin contar las muertes por la epidemia de gripe española).