Tofet de Cartago
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El tofet de Cartago, también llamado tofet de Salambó, es una antigua área sagrada dedicada a las deidades fenicias Tanit y Baal, ubicada en el barrio cartaginés de Salambó, cerca de los puertos púnicos. Este tofet «híbrido de santuario y de necrópolis»[1] comprende un gran número de tumbas de niños que, de acuerdo a interpretaciones, habrían sido sacrificados o enterrados en ese lugar después de su muerte prematura. El perímetro forma parte del sitio arqueológico de Cartago, clasificado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Sitio arqueológico de Cartago | ||
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Patrimonio de la Humanidad de la Unesco | ||
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Localización | ||
País | Túnez Túnez | |
Coordenadas | 36°50′29″N 10°19′23″E | |
Datos generales | ||
Tipo | Cultural | |
Criterios | ii, iii, vi | |
Identificación | 37 | |
Región | Estados árabes | |
Inscripción | 1979 (III sesión) | |
La cuestión del destino de estos niños está fuertemente vinculada con la religión fenicia y púnica, pero principalmente a la forma como los ritos religiosos fueron percibidos por los judíos en el caso de los fenicios o por los romanos durante los conflictos que los opusieron a los cartagineses. De hecho, el término «tofet» designa originalmente un lugar cercano a Jerusalén, sinónimo del infierno: ese nombre que procede de las fuentes bíblicas induce a una interpretación macabra de los rituales que se supone tuvieron lugar y corrobora una hipótesis compartida por los interlocutores que revelaron fuentes sobre los fenicios en general y sobre los púnicos en particular: la religión en Cartago era «infernal». En fecha más reciente, el imaginario colectivo ha sido alimentado por la novela de Gustave Flaubert Salambó (1862), cuyo nombre proviene del barrio donde fue descubierto el santuario. El cómic, que cuenta las aventuras de Alix escritas por Jacques Martin, retoma esta interpretación.
La mayor dificultad para determinar la causa de los entierros reside en el hecho de que las únicas fuentes escritas que se refieren al rito del sacrificio de niños no proceden de la ciudad de Cartago, sino del extranjero. Por su parte, las fuentes arqueológicas —estelas y cippos— están sujetas a múltiples interpretaciones. Por mucho tiempo, el debate ha estado vivo y aún no existe un consenso amplio entre los diversos historiadores que han estudiado el tema.