Soporte vital básico
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El soporte vital básico (SVB) o reanimación cardiopulmonar básica (RCPB) es un nivel de atención indicado para los pacientes con enfermedades o lesiones que amenazan la vida, aplicados hasta que el paciente reciba atención médica completa. Puede suministrarse por personal médico capacitado, incluyendo técnicos en emergencias sanitarias y por personas que hayan recibido formación sobre el SVB. Por lo general el SVB se utiliza en situaciones de emergencia prehospitalarias y puede suministrarse sin equipos médicos.
Muchos países tienen directrices sobre cómo proporcionar el soporte vital básico que son formuladas por organismos profesionales médicos en esos países. Las directrices describen algoritmos para el abordaje de una serie de trastornos, incluyendo la parada cardiorrespiratoria, asfixia y ahogamientos.
El SVB no suele incluir el uso de fármacos o maniobras invasivas y puede ser contrastado con la prestación del soporte vital avanzado (SVA). La mayoría de los ciudadanos legos (no profesional de salud) pueden dominar las habilidades del SVB después de asistir a un curso breve. Por lo general, la Cruz Roja, los bomberos y policías son quienes deben ser certificados en el SVB. Estas medidas son inmensamente útiles para muchas otras profesiones, tales como los empleados de escuelas infantiles, profesores y personal de seguridad o aerolíneas.[2]
La incidencia del paro cardíaco oscila del 0,4–2% del total de los pacientes hospitalizados. En España, extrapolando las cifras descritas en otros países de muertes por parada cardiorrespiratoria (PCR) solo hospitalarias y subsidiarias de reanimación y teniendo en cuenta el número de ingresos hospitalarios anuales (5.100.930 pacientes según los datos del 2005 del Ministerio de Sanidad y Consumo), podría estimarse que supera la cifra de 19.000 al año. La magnitud del problema desde el punto de vista de la salud pública es tal, que el número de muertos asociados supera ampliamente al generado por los accidentes de tráfico.[3]
La probabilidad de sobrevivirá una parada cardiorrespiratoria es baja. Se realizan pocos intentos de reanimación antes de la llegada de la ambulancia. Un ritmo desfibrilable, edades inferiores a 65 años, el inicio precoz de la reanimación y la localización fuera del domicilio se asocian a mayor supervivencia. Deben crearse estrategias dirigidas a disminuir los intervalos de respuesta e instruirá la población en reanimación básica.[4]