Reino de Hungría (1000-1301)
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El Reino de Hungría nació en Europa Central, sucediendo al principado de Hungría, cuando Esteban I, gran príncipe de los húngaros, fue coronado rey de Hungría en 1000 o 1001. Esteban (originalmente llamado Vajk hasta que fue bautizado) era hijo del príncipe Géza[1] y, por tanto, descendiente de Árpád; había luchado contra Koppány y en 998, con la ayuda del ducado de Baviera, lo derrotó cerca de Veszprém. Según la última tradición húngara, Esteban fue coronado con la Santa Corona de Hungría el primer día del segundo milenio en la ciudad capital de Esztergom. El papa Silvestre II le confirió el derecho a que llevara la cruz ante él, con plena autoridad administrativa sobre los obispados y las iglesias: Esteban estableció una red de 10 sedes episcopales y 2 arzobispales, y ordenó la construcción de monasterios, iglesias y catedrales. En 1006, Esteban ya había consolidado su poder al eliminar a todos los rivales que querían seguir las antiguas tradiciones paganas o querían una alianza con el Imperio bizantino cristiano de Oriente. Luego inició reformas radicales para convertir Hungría en un estado feudal occidental, completadas con la cristianización forzada. La Iglesia católica recibió un poderoso apoyo de Esteban, quien con cristianos húngaros y caballeros germanos quería un reino cristiano establecido en Europa Central. Esteban I de Hungría fue canonizado como santo católico en 1083 y santo ortodoxo en 2000. Alrededor del siglo XI, el Reino de Hungría se convirtió en un estado cristiano,[2] y el catolicismo pasó a ser la religión estatal.[3][4]
En los primeros tiempos, la lengua húngara, que formaba parte de la familia de las lenguas urálicas, se escribía en una antigua escritura rúnica. El país cambió al alfabeto latino bajo Esteban, y el latín fue el idioma oficial del país entre 1000 y 1844. Esteban siguió el modelo administrativo de los francos. Todo el territorio se dividió en condados (megyék), cada uno regido por un funcionario real llamado ispán (equivalente al título de conde, en latín: comes), más tarde főispán (en latín: supremus comes). Este funcionario representaba la autoridad del rey, administraba a sus súbditos y recaudaba los impuestos que formaban la renta nacional. Cada ispán mantenía una fuerza armada de hombres libres en su cuartel general fortificado (castrum o vár).
Después de la muerte de Esteban , se produjo un período de revueltas y conflictos por la supremacía entre la realeza y los nobles, con varias guerras civiles y levantamientos paganos. En 1051, los ejércitos del Sacro Imperio Romano intentaron conquistar Hungría, pero fueron derrotados en la montaña Vértes. Los ejércitos del Sacro Imperio Romano siguieron sufriendo derrotas; la segunda gran batalla fue en la ciudad ahora llamada Bratislava, en 1052. Antes de 1052 Pedro Orseolo, un partidario del Sacro Imperio Romano, fue derrocado por el rey Samuel Aba de Hungría.[5][6] Después de que el Gran Cisma entre el cristianismo católico, occidental, y el cristianismo ortodoxo, oriental, se formalizara en 1054, Hungría se veía a sí misma como el bastión más oriental de la civilización occidental, un juicio afirmado en el siglo XV por el papa Pío II, quien se expresó al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico III en estos términos: «Hungría es el escudo del cristianismo y el protector de la civilización occidental».[7]
Ese período de revueltas terminó durante el reinado de Bela I (r. 1060-1063). Los cronistas húngaros elogiaron a Béla I por introducir nueva moneda, como el denario de plata, y por su benevolencia con los antiguos seguidores de su sobrino, Salomón. El segundo rey húngaro más importante, también de la dinastía Árpád, fue Ladislao I de Hungría (r. 1077-1095), quien estabilizó y fortaleció el reino. También fue canonizado como santo. Bajo su gobierno, los húngaros lucharon con éxito contra los cumanos y adquirieron partes de Croacia en 1091. Debido a una crisis dinástica en Croacia, con la ayuda de la nobleza local que apoyó su reivindicación, logró tomar rápidamente el poder en las partes del norte del reino croata (Eslavonia), ya que era un aspirante al trono debido al hecho de que su hermana estaba casada con el difunto rey croata Zvonimir, quien murió sin hijos. Sin embargo, la realeza sobre toda Croacia no se lograría hasta el reinado de su sucesor Coloman (r. 1095-1116). Con la coronación en 1102 de Coloman como «rey de Croacia y Dalmacia» en Biograd, los dos reinos de Croacia y Hungría se unieron bajo una sola corona.[8][9] Aunque los términos precisos de esa relación se convirtieron en un tema de disputa en el siglo XIX, se cree que Coloman creó una especie de unión personal entre los dos reinos. La naturaleza de la relación varió a lo largo del tiempo, Croacia mantuvo un alto grado de autonomía interna en general, mientras que el poder real estaba en manos de la nobleza local.[10] Las historiografías modernas de Croacia y Hungría consideran principalmente las relaciones entre el Reino de Croacia (1102-1526) y el Reino de Hungría desde 1102 como una forma de unión personal, es decir, que estaban conectados por un rey común.[11] Además, uno de los más grandes juristas y estadistas húngaros del siglo XVI, István Werbőczy en su obra Tripartitum trata a Croacia como un reino separado de Hungría.
Los sucesores de Ladislao y de Coloman, especialmente Béla II (r. 1131-1141), Béla III (r. 1176-1196), Andrés II (r. 1205-1235) y Béla IV (r. 1235-1270), continuaron esa política de expansión hacia la península de los Balcanes y las tierras al este de los montes Cárpatos, transformando su reino en una de las mayores potencias de la Europa medieval.
Rica en tierras no cultivadas, yacimientos de plata, oro y sal, Hungría se convirtió en el destino preferido de colonos principalmente germanos, italianos y franceses. Esos inmigrantes eran en su mayoría campesinos que se asentaron en aldeas, aunque también llegaron artesanos y comerciantes, que establecieron la mayoría de las ciudades del Reino. Su llegada tuvo un papel clave en la configuración de un estilo de vida, hábitos y cultura urbanos en la Hungría medieval. La ubicación del reino en el cruce de rutas comerciales internacionales favoreció la convivencia de varias culturas. Los edificios románicos, góticos y renacentistas y las obras literarias escritas en latín demuestran el carácter predominantemente católico de la cultura, pero también existían comunidades minoritarias étnicas ortodoxas e incluso no cristianas. El latín era el idioma de la legislación, la administración y la justicia, pero el "pluralismo lingüístico"[12] contribuyó a la supervivencia de muchas lenguas, incluida una gran variedad de dialectos eslavos. Una parte significativa del vocabulario húngaro para la agricultura, la religión y el estado se tomó de las lenguas eslavas.
El predominio de las propiedades reales aseguró inicialmente la posición preeminente del soberano, pero la enajenación de las tierras reales dio lugar al surgimiento de un grupo autoconsciente de terratenientes menores, conocidos como "sirvientes reales". Obligaron a Andrés II a emitir su Bula de Oro de 1222, que establecía los principios del derecho y es considerada como «uno de los primeros ejemplos de límites constitucionales que se imponen a los poderes de un monarca europeo» (Francis Fukuyama).[13] Equivalente húngaro de la Carta Magna de Inglaterra, la que todos los reyes húngaros tenían que jurar a partir de entonces, tenía un doble propósito que limitaba el poder real. Por un lado, reafirmó los derechos de los nobles menores de las antiguas y nuevas clases de servidores reales (servientes regis) contra la corona y los magnates. Por otro lado, defendió los derechos de toda la nación frente a la corona restringiendo los poderes de esta última en ciertos campos y haciendo legal la negativa a obedecer sus mandatos ilícitos/inconstitucionales (el ius resistendi). Los nobles menores también comenzaron a presentarle agravios a Andrés, una práctica que evolucionó hasta convertirse en la institución del parlamento o Dieta. Hungría se convirtió en el primer país en el que un parlamento tenía supremacía sobre la realeza [cita requerida]. La ideología jurídica más importante fue la Doctrina de la Santa Corona. El principio más importante de la Doctrina era la creencia de que la soberanía pertenecía a la nación noble (representada por la Santa Corona). Los miembros de la Santa Corona eran los ciudadanos de las tierras de la Corona, y ningún ciudadano podía alcanzar el poder absoluto sobre los demás. La nación compartiría solo algo de poder político con el gobernante. En 1224, emitió el Diploma Andreanum, que unificó y aseguró los privilegios especiales de los sajones de Transilvania.
El reino recibió un duro golpe con la invasión mongola de 1241-1242. Mientras las primeras batallas menores con las destacamentos de vanguardia de Subutai terminaron en aparentes victorias húngaras, los mongoles finalmente destruyeron los ejércitos combinados húngaros y cumanos en la batalla de Mohi y arrasaron el país. En 1242, después del final de la invasión mongola, Béla IV de Hungría (r. 1235-1270) erigió numerosas fortalezas para defenderse de una futura invasión y permitió que grupos de cumanos y yásicos se establecieron en las tierras bajas centrales y que llegaron nuevos colonos desde Moravia, Polonia y otros países cercanos. En agradecimiento, los húngaros lo aclamaron como el "segundo fundador de la patria", y el reino húngaro volvió a convertirse en una fuerza considerable en Europa. En 1260 Béla IV perdió la Guerra de Sucesión de Babenberg, su ejército fue derrotado en la batalla de Kressenbrunn por las fuerzas unidas de Bohemia. Sin embargo, en 1278 Ladislao IV de Hungría (r. 1272-1290) y las tropas austriacas destruyeron por completo al ejército bohemio en la batalla de Marchfeld.
La erección de fortalezas por parte de los terratenientes, promovida por los monarcas, condujo al desarrollo de "provincias" semiautónomas dominadas por poderosos magnates. Algunos de esos magnates incluso desafiaron la autoridad de Andrés III (r. 1290-1301), el último descendiente masculino de la nativa Casa de Árpád. Su muerte fue seguida por un período de interregno y anarquía. El poder central se restableció solo a principios de la década de 1320.