Reforma ortográfica quechua-aimara
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La reforma ortográfica quechua-aimara es un conjunto de cambios en las prescripciones ortográficas oficiales adoptadas por los Estados para la escritura en contextos formales y educativos de las lenguas quechuas, el aimara, el jaqaru y el cauqui, ocurridos en Perú, Bolivia y Ecuador entre las últimas décadas del siglo XX y la primera década de este siglo. Ocurrió mediante distintos dispositivos normativos estatales sucesivos y su elemento principal fue la definición (o redefinición) de alfabetos oficiales. Los cambios se fueron realizando bajo el criterio técnico de adoptar alfabetos fonemáticos, es decir, que hicieran corresponder una única grafía a cada uno de los fonemas de estas lenguas. Se abandonaban así muchas de las convenciones ortográficas heredadas o adaptadas a partir de la ortografía castellana desde tiempos coloniales. Los alfabetos oficiales resultantes guardan pequeñas diferencias tanto entre lenguas o dialectos como entre los países para una misma lengua, pero son altamente parecidos. Estos cambios normativos son un subconjunto de las distintas políticas lingüísticas efectuadas por estos Estados en tiempos recientes.
Se ha sugerido que «Trivocalismo quechua» sea fusionado en este artículo o sección. |
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El alfabeto oficial quechua peruano de 1975 se considera la primera norma jurídica de planeamiento de corpus de esta reforma. Los cambios posteriores incluyeron el establecimiento de alfabetos trivocálicos para las hablas quechuas y aimaras[1], cambio inicialmente bastante resistido por algunos actores. Para el quichua ecuatoriano y los quechuas norperuanos, el cambio incluyó la unificación de los alófonos sordos y sonoros de los fonemas oclusivos y africados. Mientras Perú y Bolivia siguieron criterios fonemáticos desde el inicio, los primeros alfabetos oficiales quichuas del Ecuador intentaban preservar las convenciones del castellano, y el criterio fonemático fue oficializado recién en 1998 y ratificado en 2004.[2] Hasta hoy persisten personas, grupos e instituciones que se mantienen en desacuerdo con uno o varios aspectos de esta reforma.