Radio atómico
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El radio atómico identifica la distancia media entre dos núcleos de un mismo elemento enlazados entre sí y también se puede medir desde el núcleo hasta el último electrón. Por medio del radio atómico es posible determinar el tamaño del átomo.
Dependiendo de la definición, el término puede aplicarse a átomos en materia condensada, enlace covalente en moléculas, o en ionizado y estado excitado; y su valor puede obtenerse mediante mediciones experimentales o calcularse a partir de modelos teóricos. El valor del radio puede depender del estado y contexto del átomo.[1]
Los electrones no tienen órbitas definidas ni tampoco rangos claramente definidos. Más bien, sus posiciones deben describirse como distribución de probabilidad que disminuyen gradualmente a medida que uno se aleja del núcleo, sin un límite agudo; estos se denominan orbitales atómicos o nubes de electrones. Además, en la materia condensada y las moléculas, las nubes de electrones de los átomos generalmente se superponen hasta cierto punto, y algunos de los electrones pueden vagar por una gran región que abarca dos o más átomos.
Según la mayoría de las definiciones, los radios de los átomos neutros aislados oscilan entre 30 y 300 pm (trillonésimas de metro), o entre 0,3 y 3 ångströms. Por lo tanto, el radio de un átomo es más de 10.000 veces el radio de su núcleo (1-10 fm),[2] y menos de 1/1000 de la longitud de onda de la luz visible (400-700 nm).
Para muchos propósitos, los átomos pueden modelarse como esferas. Esto es sólo una aproximación burda, pero puede proporcionar explicaciones cuantitativas y predicciones para muchos fenómenos, tales como la densidad de líquidos y sólidos, la difusión de fluidos a través de tamices moleculares, la disposición de los átomos y los iones en cristals, y el tamaño y forma de las moléculas.
En 1920, poco después de que ya era posible determinar los tamaños de los átomos utilizando la difracción de rayos X, se sugirió que todos los átomos de un mismo elemento tienen el mismo radio.[3] Sin embargo, en 1923, cuando hubo más datos disponibles, se determinó que la aproximación de un átomo como una esfera no se mantiene necesariamente cuando se compara el mismo átomo en cristales con diferentes estructuras.[4]