Principio de Curie
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El principio de Curie —propuesto por Pierre Curie en 1894[1]— puede ser enunciado como el principio que establece que la simetría de una causa se preserva en los efectos.[2] En sus palabras: “ Cuando ciertas causas producen ciertos efectos, los elementos de simetría de las causas deben encontrarse en los efectos producidos”.[3]
El principio fue formalizado por Curie de la siguiente manera:
- Si ciertas causas producen algún efecto conocido, los elementos simétricos de las causas deben encontrarse en los efectos generados.
- Si los efectos conocidos manifiestan cierta desimetría (ausencia de elementos simétricos) esto debe ser encontrado en las causas que han generado esos efectos.
- Lo converso a esas dos proposiciones previas no es correcto, al menos de manera práctica: es decir, los efectos pueden tener una simetría más alta que las causas que han generado esos efectos.
El principio fue reformulado, en 1920, por Jaeger[4] de la siguiente manera: «Los efectos pueden tener la misma simetría o una más alta que las causas, pero esas últimas no pueden tener una simetría más alta que los efectos producidos».
Generalmente se considera que el principio se aplica a cualquier situación física.[5]