Presión positiva continua en la vía aérea
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La presión positiva continua en la vía respiratoria o CPAP (del inglés Continuous Positive Airway Pressure) consiste en un sistema mecánico de administración constante de presión en la vía aérea durante la inspiración y la espiración, lo que determina la formación de una especie de “tablilla” neumática en el interior de esa vía para no permitir el colapso o cierre completo de las unidades alveolares.[1] Desde el punto de vista fisiológico la CPAP genera un aumento de la capacidad residual funcional (CRF), reduce el cortocircuito intrapulmonar al no permitir el cierre de los alvéolos, disminuye el trabajo respiratorio porque actúa sobre el punto de inflexión inferior en la curva de presión-volumen y crea una presión intrínseca que choca contra las fuerzas de retroceso elástico y así impone un nuevo ciclo respiratorio pero con una reducción progresiva de la presión necesaria para aumentar el volumen en los alvéolos.[1] Al ser incrementada la presión alveolar supera a la presión de los capilares pulmonares y como consecuencia se observa una disminución de la poscarga y una mejoría del gasto cardíaco, efectos beneficiosos en pacientes con edema pulmonar de tipo cardiogénico.[1]