Politeísmo celta
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El politeísmo celta, comúnmente conocido como paganismo celta,[1][2][3] comprende las creencias y prácticas religiosas a las que se adhirió la gente de la Edad de Hierro de Europa occidental, conocida ahora como los celtas, aproximadamente entre 500 a. C. y 500 d. C. Abarcó la época de La Tène y el Imperio romano, y en el caso de los celtas insulares, la Edad de Hierro británica e irlandesa.
El politeísmo celta era uno de los grupos más grandes de religiones politeístas de la familia indoeuropea durante la Edad de Hierro. Comprendió un alto grado de variación tanto geográfica como cronológicamente, aunque «detrás de esta variedad, se pueden detectar similitudes estructurales amplias»,[4] lo que permite que haya «una homogeneidad religiosa básica» entre los pueblos celtas.[5]
El panteón celta se compone de numerosos teónimos registrados, tanto de la etnografía grecorromana como de la epigrafía. Entre los más destacados se encuentran Teutates, Taranis y Lugus. Las figuras de la mitología medieval irlandesa también han sido aducidas por la mitología comparada, interpretada como versiones posteriores de deidades precristianas insulares. Según relatos griegos y romanos, en la Galia, Gran Bretaña e Irlanda había una casta sacerdotal de «especialistas mágico-religiosos» conocidos como los druidas, aunque se sabe muy poco acerca de ellos.[6]
Tras la conquista de la Galia por el Imperio Romano (58-51 a. C.) y del sur de Britania (43 d. C.), las prácticas religiosas celtas comenzaron a mostrar elementos de romanización, dando como resultado una cultura galorromana sincrética con sus propias tradiciones religiosas y con su gran conjunto de deidades, como Cernunnos, Artio, Telesforo, etc.
A partir de los siglos V y VI, debido al auge y expansión del cristianismo, la región celta fue cristianizada y las tradiciones religiosas anteriores fueron suplantadas. Sin embargo, las tradiciones del politeísmo dejaron un legado en muchas de las naciones celtas, influyeron en la mitología posterior y sirvieron como base para un nuevo movimiento religioso resurgente, el neopaganismo celta, en el siglo XX.