Pietas
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Pietas era una de las principales virtudes de la Antigua Roma que ha sido traducida de formas diversas como "deber", "religiosidad"[1] o "comportamiento religioso",[2] "lealtad",[3] "devoción" o "piedad filial".
Fue la virtud distintiva del héroe fundador Eneas, al que a menudo se le da el epíteto adjetivado pius en la Eneida de Virgilio. La naturaleza sagrada de pietas fue encarnada por su personificación divina, Pietas, una diosa a menudo representada en las monedas romanas. El equivalente griego es eusebeia.[4]
Cicerón definió pietas como la virtud "que nos exhorta a cumplir con nuestro deber en nuestro país o con nuestros padres u otros parientes de sangre". El hombre que poseía pietas "realizaba todos sus deberes para con la divinidad y para con los seres humanos, plenamente y en todos sus aspectos", según lo describió el estudioso de los clásicos del siglo XIX, Georg Wissowa.[5]
La pietas erga parentes ("pietas hacia nuestros padres") fue uno de los aspectos más importantes de los que demuestran virtud. Pío como un cognomen surgió como forma de indicar a una persona que era especialmente "piadosa" en este sentido: anunciar la pietas de una persona a través de la nomenclatura oficial parece haber sido una innovación de la República tardía, cuando Quinto Cecilio Metelo Pío clamaba sus esfuerzos para que su padre, Numídico, volviera del exilio.[6] La Pietas también se extendió hacia los "padres" en el sentido de "antepasados", y fue uno de los principios básicos de la tradición romana, según lo expresado en el cuidado de sus muertos.[7] También existía la pietas a la patria (pietas erga Patriam).
La pietas como virtud residía dentro de la persona, a diferencia de una virtud o don como la Victoria, que era dada por los dioses. La Pietas, sin embargo, permitía a una persona reconocer el origen divino de los beneficios obtenidos.[8]
Los romanos se creían los más piadosos de los humanos y era por eso por lo que eran ayudados por los dioses. También invitaban a los dioses de los enemigos vencidos a venir a Roma para ser honrados. Es la Evocatio. Por tanto, los dioses de los vencidos dejan a estos últimos que entonces llegan a estar incluso menos protegidos y auxiliados.