Luz de Tabor
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En la teología cristiana ortodoxa oriental, la Luz de Tabor (en griego antiguo: Φῶς τοῦ Θαβώρ «Luz de Tabor», Ἄκτιστον Φῶς «Luz increada» o Θεῖον Φῶς «Luz divina») se refiere a la luz revelada en el monte Tabor durante la transfiguración de Jesús, que es identificada con la luz que fue vista por Pablo en su conversión.
Como doctrina teológica, la naturaleza no creada de la Luz del Tabor se formuló en el siglo XIV por Gregorio Palamás, un monje athonita, en defensa de las prácticas místicas del hesicasmo contra acusaciones de herejía hechas por Barlaam de Calabria. Cuando es considerada como doctrina teológica, esta perspectiva recibe el nombre de palamismo en honor a Palamás.[1][2]
La perspectiva fue muy controvertida cuando se propuso por primera vez, lo que provocó la controversia hesicasta, de la cual la facción palamista prevaleció solo tras la victoria militar de Juan VI Cantacuceno en la guerra civil bizantina de 1341-1347. A partir de 1347, ha sido la doctrina oficial en la ortodoxia oriental, a la vez que permanece sin afirmación o negación explícita por parte de la Iglesia católica. Teólogos católicos la han rechazado en el pasado, pero la perspectiva católica ha tendido a ser más favorable desde finales del siglo XX.[3] Varios académicos occidentales han presentado el palamismo como compatible con la doctrina católica.[4] En particular, el papa Juan Pablo II en 1996 habló en términos favorables sobre la espiritualidad hesicasta,[5][6] y en 2002 incluyó a la Transfiguración como el cuarto Misterio Luminoso del Santo Rosario.[7]