Liber Veritatis
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El Liber Veritatis, o Libro de la Verdad en latín, es un libro de dibujos en el que Claude Lorrain recogió un registro de sus obras completas. Claude Lorrain, que trabajó como pintor de paisajes en Roma, comenzó a llevar este registro en 1635/6, cuando empezó a alcanzar un elevado éxito, y lo mantuvo hasta su muerte en 1682. El libro, que se encuentra actualmente en el Museo Británico, fue propiedad de los Duques de Devonshire desde la década de 1720 hasta 1957. Fue reproducido en forma impresa entre 1774 y 1777 por Richard Earlom y tuvo una influencia considerable en la pintura de paisajes británica.[1] El título Liber Veritatis fue inventado, al parecer, para referirse a estas reproducciones, pero ahora también es utilizado para referirse al original.[2]
Los dibujos, como la mayor parte de los de Claude Lorraine, combina lápiz y acuarela, esta última marrón o gris y a menudo ambos. Hay frecuentes toques de luz añadidos con gouache blanco y, con menos frecuencia, toques en otros colores, como oro y azul.[3]
El libro original era un libro de esbozos formado por grupos alternos de páginas blancas y azules, divididos en cuatro, con un medio de página de 19,4 por 25,7 cm. Claude Lorraine empezó con un autorretrato y luego usó una página para cada pintura, apuntando generalmente algunos detalles en el revés del dibujo: un número de referencia, una signatura, el nombre del comitente y de dónde era (si no era local), y a menudo una nota del tema. Después de algunos años, comenzó a añadir fechas. Hay 195 pinturas recogidas así. Posteriormente el libro tuvo añadidos y fue reencuadernado.[4] Hay dos índices manuscritos, de los que al menos el primero se considera actualmente escrito por Claude Lorrain.[5]
Un registro así de la obra de un artista es excepcionalmente tanto en este como en anteriores periodos y ha sido de extraordinaria ayuda para los estudiosos; para referirse a los dibujos, las obras dedicadas a las pinturas usan una notación como esta: "LV 123". Claude Lorrain pidió a su biógrafo Filippo Baldinucci, a quien mostró el libro al final de sus días, que conservara este registro como una defensa contra otros pintores que pretendían hacer pasar su trabajo como si fuera suyo, tal y como había comenzado a pasar cuándo lo empezó.[6] Los dibujos fueron haciéndose cada vez más elaborados con el paso de los años, hasta que "el libro se convirtió en su más preciada posesión y virtualmente un fin en sí mismo como obra de arte".[7]