Invasión anglosajona de Gran Bretaña
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Los primeros anglosajones invadieron y colonizaron Britania en los siglos V y VI. Los diversos reinos que compondrían más adelante la Heptarquía anglosajona emergieron en el curso del siglo VI: los reinos de Kent, Northumbria (Bernicia y Deira) y Lindsey probablemente a lo largo de fronteras ya existentes, mientras que los reinos occidentales de Wessex y Mercia no muestran signos de continuidad.
La tradicional división de inmigrantes en anglos, sajones y jutos proviene de la obra de Beda, Historia ecclesiastica gentis Anglorum. No obstante, las investigaciones históricas y arqueológicas han mostrado que el espectro de pueblos procedentes de la costa de Frisia, Baja Sajonia, Jutlandia y el sur de Suecia, que se establecieron en Britania esa época, era más amplio del inicialmente considerado.[1] Generalmente se considera que la migración masiva desde el continente tuvo lugar en el siglo VI, con la consecuente eliminación de los britones. Estudios más recientes, sin embargo, aceptan como igualmente válida la interpretación de una asimilación cultural del lenguaje y costumbres de un grupo relativamente pequeño, pero muy influente, de recién llegados.[2][3]
La lengua, la cultura y el poder político britón fueron reemplazados en los territorios donde se asentaron los invasores, pero fueron capaces de pervivir en Gales, Cornualles y, durante un tiempo, en Yr Hen Ogledd o «Viejo Norte», lo que es en la actualidad la zona norte de Inglaterra y sur de Escocia. Durante este periodo, muchos britones emigraron al continente, estableciéndose en las zonas de Bretaña y Armórica, en la actual Francia y en Britonia, un asentamiento situado entre Galicia y Asturias en España.