Intercesión
práctica religiosa de oración basada en el dogma de la comunión de los santos / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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Según el Compendio del Catecismo de la Iglesia católica, la intercesión, también llamada intercesión de los santos, "consiste en pedir en favor de otro. Ella nos conforma y nos une a la oración de Jesús que intercede junto de Dios Padre por todos los hombres, en especial por los pecadores. La intercesión debe extenderse también a los enemigos".[1] Por lo tanto, cualquier creyente puede hacer oración por el bien de otra persona o comunidad, crea o no en Dios.
A pesar de que toda la oración tiene como destino final la Santísima Trinidad, esto no impide que los católicos crean que la Virgen María, los ángeles y los santos oren en el Cielo a favor de los hombres y de sus pedidos y súplicas. Esta intercesión celestial, fundada en el dogma de la comunión de los santos, puede ser a favor de los pedidos del propio creyente o a favor de la intercesión que el creyente hace a favor del otro. De ahí la gran devoción popular de los católicos, laicos o clérigos, a la Virgen María y a los demás Santos, expresada en oraciones, en procesiones o en peregrinaciones.
Es importante resaltar que dentro de la fe católica cuando ocurren favores concedidos y milagros, estos son una intervención divina y no un acto milagroso efectuado por mortales, pues estos últimos, de estar su alma en el cielo, únicamente solicitan a Dios su intervención. La intercesión de los santos, como se mencionó anteriormente, forma parte de la comunión eclesial entre el cielo y la tierra, es decir los estados de la Iglesia peregrina y la Iglesia triunfante. Según la fe, los creyentes que gozan de la gloria del cielo se encuentran en estrecha relación con Dios y fortalecen a la Iglesia en la santidad, interceden por los vivos ante Dios Padre por medio de Cristo ofreciéndole los méritos adquiridos en la tierra como muestra de haberle sido fiel, por ende su solicitud contribuye en pro de remediar las debilidades terrenales.[2][3]
La Iglesia católica considera la veneración e intercesión de los santos como una práctica que tiene base en la Biblia, entre otros ejemplos se citan:[4][5]
Ningún santo está muerto, todos están vivos en el cielo:
¿No habéis leído aquellas palabras de Dios cuando os dice: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos.Mateo 22, 31-32.
Los santos del cielo reciben las oraciones de los que están en la tierra y pueden presentarlas ante Dios:
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos.Ap 5,8.
Los apóstoles intercedieron para lograr sanaciones en la gente común:
Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo. Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna. Pedro fijó en él la mirada juntamente con Juan, y le dijo: «Míranos». El les miraba con fijeza esperando recibir algo de ellos. Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, ponte a andar». Y tomándole de la mano derecha le levantó. Al instante cobraron fuerza sus pies y tobillos, y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios”.Hech 3,1-8.
San Pablo de Tarso oró por un tullido, no lo mandó a que le pidiera directamente a Jesús:
Había allí, sentado, un hombre tullido de pies, cojo de nacimiento y que nunca había andado. Este escuchaba a Pablo que hablaba. Pablo fijó en él su mirada y viendo que tenía fe para ser curado, le dijo con fuerte voz: «Ponte derecho sobre tus pies». Y él dio un salto y se puso a caminar.Hech 14,8-10