Instrucciones de Palamós
De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Instrucciones de Palamós es la denominación historiográfica[1] de las instrucciones dadas en una carta de Carlos I a su hijo el príncipe Felipe (futuro Felipe II, que por entonces tenía 16 años), escrita por el propio rey en Palamós (puerto en la costa catalana) en vísperas de su embarque hacia Génova, partida exigida por la cuarta guerra que le enfrentaba contra Francisco I de Francia.
Las "instrucciones" son dos documentos diferentes: una primera "carta e instrucción que os envío de la manera que así en el gobierno de vuestra persona como en el de los negocios en general os habéis de guiar y gobernar", fechada el 4 de mayo de 1543; y una segunda "secreta que será para vos solo, y así la tendréis secreta y debajo de vuestra llave sin que vuestra mujer[2] ni otra persona la vea", fechada el 6 de mayo de 1543, que es en donde Carlos entra a describir detalladamente los vicios y virtudes, amistades y enemistades, de cada alto personaje de la corte, y en qué medida debería Felipe servirse de cada uno.
Culminación de la cuidada educación de Felipe II,[3] se han considerado como unas muestra excepcional del género didáctico renacentista denominado speculum principis ("espejo de príncipes o "instrucción de príncipes"),[4] que disponía de notables precedentes muy cercanos en el tiempo a su redacción (Enchiridion militiis Christiani -Erasmo de Rotterdam, 1501; traducción española, Alcalá de Henares, 1526-, Institutio Principis Christiani -dedicado por Erasmo al propio Carlos, 1516-, Il cortegiano -Baldassare Castiglione, Venecia 1528; traducción española, 1534-, Il principe -Nicolás Maquiavelo, 1532; incluido en el Index librorum prohibitorum en 1559, no se publicaron traducciones al español hasta el siglo XIX-,[5]Relox de príncipes -Antonio de Guevara, Valladolid, 1539-). Muchos años más tarde, ya anciano el rey Felipe II. El preceptor del futuro Felipe III (su segundo hijo varón -su primogénito, el príncipe Carlos, murió joven y no destacó por su disposición a los estudios, aunque recibió educación universitaria en Alcalá-) encargó a Juan de Mariana la redacción del tratado De rege et regis institutione (Toledo, 1599). La minuciosidad en leer y responder a toda clase de documentos llegó a granjearle a Felipe II la fama de ser lento hasta "los negocios más menudos", que "llegó incluso hasta la literatura de educación de príncipes, como es el caso del Tratado practicable de la enseñanza de un buen Príncipe que don Francisco de Gurrea y Aragón compuso para el futuro Felipe IV."[6] Otra de las obras compuestas para el cuarto de los Felipes tenía el título de El Príncipe Instruido, redactado por un anónimo aragonés.[7]
- Retrato de Carlos V sentado, por Tiziano (1548).
- Retrato de Felipe II, por Tiziano (1549).
Carlos I elaboró estas "Instrucciones" con el objeto de dirigir las acciones tanto personales como políticas del príncipe al que deja el gobierno de los reinos hispánicos. De modo genérico, le encarece mantenerse fiel a la Iglesia católica. En particular, le advierte tener en cuenta las particularidades de cada uno de los territorios e instituciones que debe gobernar; y saber valerse, pero sin confiar del todo en ninguno, de los consejeros que explícitamente le recomienda ("tratad los negocios con muchos y no os atéis ni obliguéis a uno solo"). De entre todos ellos destaca a tres "cabezas del bando" o "parcialidades": Juan Pardo de Tavera (cardenal y arzobispo de Toledo), Fernando de Valdés (Inquisidor General y presidente del Consejo de Castilla) y Francisco de los Cobos (secretario); mientras que al duque de Alba (Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel), al que considera "el mejor que ahora tenemos en estos Reinos", pone como contrapeso de todos ellos ("creo no fuera de bando sino del que le conviniera"). También cita a Juan de Zúñiga (ayo y preceptor del príncipe), a los dos Granvela (Nicolás Perrenot de Granvela, el padre, y Antonio Perrenot de Granvela, el hijo), a García Fernández Manrique (conde de Osorno, presidente del Consejo de Órdenes), a Juan Martínez Silíceo (obispo de Cartagena, capellán mayor y confesor del príncipe) y a García de Loaysa y Mendoza (cardenal y arzobispo de Sevilla).
- El cardenal Tavera, por El Greco.
- El inquisidor Valdés.
- El secretario De los Cobos, por Gossaert.
- El duque de Alba, por Antonio Moro.
- Granvela padre, por Tiziano.
- Granvela hijo, por Tiziano.
- El cardenal Silíceo, por Francisco de Comontes.
- El cardenal Loaysa.