Inercia climática
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La inercia climática o inercia del cambio climático es el fenómeno por el cual el sistema climático de un planeta muestra una resistencia o lentitud para desviarse de un estado dinámico determinado. Puede acompañar a la estabilidad y a otros efectos de retroalimentación dentro de sistemas complejos, e incluye la inercia exhibida por los movimientos físicos de la materia y los intercambios de energía. El término es un coloquialismo utilizado para englobar y describir vagamente un conjunto de interacciones que amplían las escalas temporales en torno a la sensibilidad climática. La inercia se ha asociado a los factores que impulsan el cambio climático y a las respuestas a éste.
El aumento de las emisiones de carbono procedentes de combustibles fósiles es uno de los principales motores inerciales del cambio climático de la Tierra durante las últimas décadas, y varía en función de la inercia socioeconómica colectiva de sus más de 8.000 millones de habitantes humanos.[1][2]Muchos componentes del sistema han mostrado respuestas inerciales a este impulsor, también conocido como forzamiento. El ritmo de aumento de la temperatura global de la superficie (TSM) se ha visto especialmente resistido por 1) la inercia térmica de la superficie del planeta, principalmente de sus océanos, [3][4]y 2) Comportamiento inercial dentro de su retroalimentación del ciclo del carbono.[5]Varias otras retroalimentaciones biogeoquímicas han contribuido a una mayor resiliencia. La energía almacenada en el océano tras las respuestas inerciales determina principalmente un cambio irreversible a corto plazo conocido como compromiso climático.[6]
Las respuestas inerciales de la Tierra son importantes porque proporcionan a la diversidad de vida del planeta y a su civilización humana más tiempo para adaptarse a un grado aceptable de cambio planetario. Sin embargo, un cambio inadaptable como el que acompaña a algunos puntos de inflexión sólo puede evitarse si se comprende y mitiga tempranamente el riesgo de resultados tan peligrosos.[7][8] Esto se debe a que la inercia también retrasa gran parte del calentamiento de la superficie, a menos y hasta que se tomen medidas para reducir rápidamente las emisiones.[9]Un objetivo del modelado de evaluación integrada, resumido por ejemplo como Caminos Socioeconómicos Compartidos (SSP), es explorar los riesgos del sistema Tierra que acompañan a una gran inercia e incertidumbre en la trayectoria de los impulsores humanos del cambio.[10]