Gas asfixiante
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Un gas asfixiante es un gas no tóxico o mínimamente tóxico que reduce o desplaza la concentración normal de oxígeno en la respiración de aire. La respiración de aire sin oxígeno puede provocar la muerte por asfixia (asfixia). Debido a que los gases asfixiantes son relativamente inertes e inodoros, su presencia en alta concentración puede no notarse, excepto en el caso del dióxido de carbono (hipercapnia).
Los gases tóxicos, por el contrario, causan la muerte por otros mecanismos, como competir con el oxígeno a nivel celular (por ejemplo, monóxido de carbono) o dañar directamente el sistema respiratorio (por ejemplo, fosgeno). Cantidades mucho más pequeñas de estos son mortales.
Ejemplos notables de gases asfixiantes son metano,[1] nitrógeno, argón, helio, butano y propano. Junto con los gases traza como el dióxido de carbono y el ozono, estos componen el 79% de la atmósfera de la Tierra.