Fermentación del vino
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La fermentación del vino es un proceso biológico fundamental en la elaboración del vino, donde el mosto, que es el jugo de la uva recién prensada, se transforma en vino. Este proceso está a cargo de las levaduras, unos microorganismos que se encuentran de forma natural en la piel de las uvas y en el ambiente de la bodega.
Durante la fermentación, la levadura interactúa con los azúcares del mosto para crear etanol -comúnmente conocido como alcohol etílico- y dióxido de carbono (CO2, como un subproducto). En la elaboración del vino la temperatura y la velocidad de la fermentación son factores importantes, así como los niveles de oxígeno presentes en el mosto al inicio de la fermentación. El riesgo de la fermentación detenida y el desarrollo de varios defectos del vino también pueden ocurrir durante esta etapa, que puede tardar de 5 a 14 días de fermentación primaria y, potencialmente, entre otros 5 y 10 días para una segunda fermentación. La fermentación se puede realizar en tanques de acero inoxidable, en cubas de madera abierta, dentro de un barril y también dentro de la botella como ocurre en la producción de muchos vinos espumosos -cava y champán entre otros- durante la segunda fermentación.[1][2]