Escuela Universalista Española del siglo XVIII
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La denominación Escuela Universalista Española del siglo XVIII[1] (o "Hispánica", o "hispano-italiana", y de manera abreviada, "Escuela Universalista Española" o "Escuela Universalista")[2] define centralmente al núcleo de autores Juan Andrés, Lorenzo Hervás y Antonio Eximeno, pero además sus maestros José Finestres y Mateo Aymerich, los iniciadores José Gumilla, Pedro Murillo Velarde, Jorge Juan y Antonio de Ulloa. El caso especial de Junípero Serra y, asimismo, los grandes americanistas Francisco Javier Clavijero, José Celestino Mutis, Juan Ignacio Molina y Joaquín Camaño, que cuentan relevantemente entre los creadores de la nueva Antropología y, junto a Hervás, de la Antropología cultural;[3] allegados y colaboradores como Antonio José de Cavanilles, el poeta Rafael Landívar, el filipinista Fray Juan de la Concepción (1724-1786), el arabista Miguel Casiri...; o los dramaturgos Juan Bautista Colomés (1740-1808) y Manuel Lassala. Según las investigaciones, se trata de medio centenar de ilustrados cristianos, casi todos ellos profesores migrantes y, en su mayoría, jesuitas expulsos en 1767 por el gobierno de Carlos III de España.[4]
Es en realidad el proyecto de culminación de la ciencia humanística universal, tanto en sentido de totalización de las disciplinas como geográfico-cultural del mundo mediante la convergencia de la tradición del humanismo clásico con la ciencia empírica moderna. Se trata pues, metodológicamente, de la creación de la Comparatística moderna,[5] así como de una singular Ilustración universalista que aúna ciencias humanas y ciencias físico-naturales, y cuya consideración transforma y enriquece extraordinariamente la faz de la cultura europea moderna.
Ello adquiere, en su doble dimensión humanística teorética y, de otro lado, científica empírica, un especial sentido intercontinentalista y universalista como antecedente ejemplar y bien fundamentado para una época como la actual de globalización.[6] La Escuela Universalista Española del siglo XVIII, que en buena parte maduró en el norte de Italia,[7] y constituye tras la Escuela de Salamanca el segundo gran momento intelectual hispánico, coincide asimismo con la última fase del Imperio español y de la Primera globalización, a la cual contribuyó decisivamente.