Escafandra autónoma
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La escafandra autónoma es el aparato que los buceadores utilizan para respirar bajo el agua durante sus inmersiones. Se le llama autónoma porque incluye una reserva de gases respirables[Nota 1] que libera al buzo de toda dependencia de la superficie durante la inmersión. La escafandra autónoma se distingue por tanto muy nítidamente de las escafandras tradicionales. Si está equipado con un pesado casco de metal, sus suelas de plomo y su manguera de aire en proveniencia de la superficie, un buzo equipado con escafandra tradicional sólo puede deambular por el fondo del mar (o el fondo de cualquier otra masa de agua), viendo severamente limitados tanto sus movimientos como el alcance de sus desplazamientos. En cambio, equipado con escafandra autónoma para respirar y con aletas en sus pies para avanzar, un buzo moderno puede desplazarse horizontalmente o en cualquier dirección (siempre que respete la velocidad de ascenso que es de 18 metros por minuto según recomienda la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas -CMAS-) a la profundidad que le permita la mezcla de gases que lleve en sus depósitos (por ejemplo, si las botellas están cargadas con aire, ha de tenerse en cuenta que el oxígeno que contiene es tóxico a partir de 65 metros de profundidad y si se respirase oxígeno puro su toxicidad se produciría a partir de tan solo los 6 metros de profundidad). Ninguna Escuela ni Federación de buceo deportivo autoriza su práctica con aire más allá de los 60 metros de profundidad.
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El componente esencial de la escafandra autónoma es el regulador, mecanismo que despresuriza el gas respirable de la reserva que lleva el buceador, proporcionándoselo automáticamente en cada una de sus inspiraciones a la presión ambiente, sea cual sea la profundidad a la que se encuentre.[1][2][3] El regulador es completamente inútil y no constituye por sí mismo una escafandra autónoma si no está acoplado a una reserva de gases respirables que permitan la supervivencia del buzo bajo el agua. Dicha reserva de gases está habitualmente constituida por uno o más tanques de gas, pero en el ámbito del buceo no se les llama «tanques» sino que se les llama «botellas». La escafandra autónoma es por lo tanto el dispositivo de respiración subacuática constituido por un regulador acoplado a una reserva de gas respirable, sin embargo los buceadores no suelen utilizar el término «escafandra autónoma», se limitan sencillamente a llamar «equipo» al conjunto de los elementos que les permiten bucear, atribuyendo individualmente un nombre a cada uno de dichos elementos («regulador» y «botella»).
La escafandra autónoma es indispensable para la respiración subacuática, pero la práctica del buceo requiere también el uso de otros elementos importantes, como por ejemplo la máscara, las aletas, los escarpines, el traje, el chaleco estabilizador o jacket y el cinturón de lastre. Junto a todos estos elementos de su equipo, cada buceador debe también prever el porte de herramientas que le permitan calcular el tiempo de duración de cada una de sus etapas de descompresión en el caso de que una descompresión sea necesaria (para evitar el síndrome de descompresión). En la actualidad se utilizan ordenadores de buceo, que los buceadores llevan en la muñeca como un reloj de pulsera, aunque las etapas también pueden calcularse con la ayuda de las herramientas tradicionales de descompresión: las tablas, el profundímetro y el cronómetro.[4]