Encasillado
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El encasillado fue el sistema que se utilizó para asignar los escaños en las elecciones generales del periodo de la Restauración borbónica en España antes de que se celebraran, asegurándose después que ese sería el resultado mediante el fraude electoral gracias a la «influencia» que ejercía el gobierno y a la amplia red caciquil extendida por todo el territorio. Se denominaba así porque se trataba de «encajar» a los candidatos de los dos «partidos del turno» (Conservador y Liberal) en la «retícula de casillas» constituidas por los más de 300 distritos uninominales y el alrededor del centenar de escaños de las 26 circunscripciones plurinominales. El encargado de realizar el «encasillado» era el ministro de la Gobernación del gobierno entrante que de esta forma se aseguraba una mayoría holgada en el Parlamento, ya que en el régimen político de la Restauración los gobiernos cambiaban antes de las elecciones, y no después como en los regímenes parlamentarios (no fraudulentos).[2]