Contrarrevolución húngara (1918-1920)
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La contrarrevolución húngara de 1918-1920 fue un proceso de lucha contra los Gobiernos revolucionarios húngaros surgidos tras la Primera Guerra Mundial que culminó, tras la derrota de la República Soviética Húngara a manos de los ejércitos rumanos, con la toma del poder por parte del movimiento conservador y reaccionario. Se abolió entonces la república volviéndose a instaurar la monarquía que permaneció hasta 1944 en manos de un regente.[1] Una dura represión de los sospechosos de haber sido favorables a los Gobiernos revolucionarios conocida como «terror blanco» se extendió por el país antes de que el nuevo régimen se estabilizase en un remedo del antiguo sistema aristócrata-burgués que había dominado Hungría antes de la guerra mundial.
La derrota austrohúngara en la Primera Guerra Mundial llevó a la disolución el Imperio y a la proclamación de la independencia húngara en noviembre de 1918.[2] La alianza de alta nobleza y baja nobleza (funcionarios, oficiales...) con la escasa clase media burguesa había controlado la política, la economía y la sociedad húngaras anteriores a la guerra, y se oponía a los cambios políticos y sociales que pusiesen en peligro este control.[3] La posterior proclamación de la república soviética en marzo de 1919 llevó a un notable exilio de miembros de las clases medias y altas, bien a Austria o a las zonas meridionales bajo ocupación francesa (Szeged).[4] Allí se reunieron con otros refugiados que huían no del Gobierno comunista de Budapest, sino de los territorios arrebatados por los países vecinos.[4] La mayoría pasó a apoyar a los movimientos extremistas de derecha que prometían la recuperación de los territorios perdidos y la vuelta al orden social anterior,[5] en el que muchos de los refugiados habían disfrutado de una posición privilegiada.[6]
Mientras que en Szeged el movimiento contrarrevolucionario quedó en manos de la baja nobleza de ideas ultraderechistas, la dirección del vienés pasó a la alta nobleza y a la baja nobleza tradicionalista y reaccionaria del norte y oeste de Hungría.[7] Tanto los contrarrevolucionarios refugiados en Viena como los de Szeged trataron de lograr la intervención armada de la Entente contra el Gobierno socialcomunista de Budapest, en vano.[8] Tras sucesivos fracasos a comienzos de junio, se abandonaron los intentos de establecerse en Hungría pasando desde Austria y la principal actividad contrarrevolucionaria comenzó a desarrollarse desde Szeged.[9] La importancia de Szeged en el movimiento contrarrevolucionario se debía a su situación —cercana a las zonas bajo control rumano y yugoslavo— y a hallarse bajo ocupación militar francesa, fuera del alcance de los ejércitos de los países vecinos, por lo que sirvió de refugio a gran número de desplazados.[10] En mayo la ciudad recibió numerosos refugiados del territorio controlado por la república tras los sucesivos fracasos de los intentos de derrocar a los comunistas y de la creación del aparato de seguridad republicano.[11] Muchos oficiales pasaron de Austria a Szeged en estas fechas.[11] Los franceses mantuvieron una actitud ambigua respecto del Gobierno contrarrevolucionario creado por indicación suya el 5 de mayo de 1919 en Arad presidido por el conde Gyula Károlyi y protegido por sus tropas.[12] El Gobierno se convirtió temporalmente en un agente francés en la región, disponible para sustituir al comunista en caso de su derrota y útil para limitar la influencia de otras potencias en la zona, a la vez que moderaba las aspiraciones de sus teóricos aliados serbios y rumanos.[13] Sin embargo, el escaso tamaño del Ejército Nacional no inquietó a Budapest.[14] Los franceses prohibieron las levas, de manera que el nuevo Ejército hubo de formarse únicamente con voluntarios, que no alcanzaron un número notable, además de excluir prácticamente a los trabajadores, el campesinado y gran parte de la clase media local.[15]
El Gobierno que tomó el relevo de Károlyi lo encabezó Dezsö Ábrahám y era más moderado.[16] El exalmirante austrohúngaro Miklós Horthy pasó a dirigir independientemente las tropas, aunque no rompió con el gabinete de Ábrahám formalmente hasta el 9 de agosto.[17] Sus objetivos y sus modos, claramente reaccionarios, hacían que su atractivo se limitase a una clase social restringida: nobleza, baja nobleza, oficiales y funcionarios, especialmente a los refugiados de estas categorías.[17] La escasez de reclutas y la abundancia de oficiales hizo necesaria la formación de unidades formadas únicamente por estos que, a la vez que unidades de elite, también fueron las responsables de gran parte de las atrocidades cometidas por el Ejército.[18]
Tras la derrota del Gobierno comunista a manos del ejército rumano el 1 de agosto, el Ejército Nacional se puso en marcha para tratar de ocupar el vacío de poder.[19] Béla Kun había cedido el poder a un Gobierno exclusivamente socialista moderado.[20] Sin el respaldo de los Aliados y sin controlar fuerza armada alguna, cayó a los pocos días ante un golpe de mano de un grupo de contrarrevolucionarios de la capital, encabezados por el exministro de Mihály Károlyi István Friedrich.[21] Este no logró tomar el control del Ejército Nacional, que seguía firmemente en manos de Horthy, al que se nombró comandante en jefe del Ejército,[20] pero al que no logró subordinar.[22]
La presión de Horthy y sus partidarios hizo que Friedrich abandonase la presidencia del nuevo Gobierno de coalición, formado por insistencia de los Aliados.[23] Este nuevo gabinete tenía como principal objetivo la celebración de elecciones, en las que ambas fracciones contrarrevolucionarias, la de Friedrich con apoyo de la antigua alta nobleza y la burguesía urbana, y la más radical en torno a Horthy, trataron de alcanzar el poder en el nuevo Parlamento.[24] Con el control del Gobierno y de los cuerpos de seguridad del Estado, la victoria de los partidos de derecha quedó asegurada en las votaciones.[25] Descartada la restauración de los Habsburgo, ante el temor de un golpe de Estado o de una guerra civil, el conde Apponyi retiró su candidatura legitimista a la regencia y, tras duros debates, los dos partidos de la derecha decidieron votar a favor de Horthy.[26] Los más radicales, sin embargo, quedaron pronto desilusionados con el regente, que poco a poco fue acercándose a sus antiguos adversarios conservadores y alejándose de los extremistas que le habían ayudado a alcanzar el puesto.[27] Con el nombramiento de Pablo Teleki como presidente del Gobierno, comenzó el fin del periodo contrarrevolucionario y la vuelta a un modelo de gobierno más parecido al de antes de la guerra mundial.[28] En abril de 1921, Esteban Bethlen sustituyó a Teleki.[27] Con su llegada al frente del Consejo de Ministros se inició el periodo de estabilización conservadora que marcó la década.[29]