Anna Laetitia Barbauld
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Anna Laetitia Barbauld (nombre de soltera, Anna Laetitia Aikin; 20 de junio de 1743 – 9 de marzo de 1825) fue una poetisa, ensayista y escritora de libros para niños de nacionalidad inglesa.
Anna Laetitia Barbauld | ||
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Anna Laetitia Barbauld. | ||
Información personal | ||
Nacimiento |
20 de junio de 1743 Leicestershire, Inglaterra | |
Fallecimiento |
9 de marzo de 1825 (81 años) Stoke Newington, Inglaterra | |
Sepultura | Londres | |
Nacionalidad | InglaterraInglaterra | |
Religión | Protestantismo | |
Familia | ||
Padre | John Aitkin | |
Información profesional | ||
Ocupación | Escritora | |
Años activa | 1768-1812 | |
Lengua literaria | Inglés | |
Género | Literatura infantil | |
Obras notables | Eighteen Hundred and Eleven | |
Barbauld fue una «mujer de letras» especializada en múltiples géneros y tuvo una carrera exitosa. Fue también maestra en la célebre Academia Palgrave y una innovadora escritora de libros para niños; sus famosos libros proporcionaron un modelo pedagógico durante más de un siglo.[1] Sus ensayos demostraron que era posible para una mujer estar involucrada públicamente con la política, y otras autoras la imitaron;[2] lo que es incluso más importante, sus poesías ayudaron a la cimentación del desarrollo del Romanticismo en Inglaterra.[3] Barbauld también fue crítica literaria, y su antología de las novelas británicas del siglo XVIII ayudó a establecer el canon como se lo conoce actualmente.
La carrera literaria de Barbauld finalizó abruptamente en 1812 con la publicación de su poema Eighteen Hundred and Eleven, el cual criticó la participación de Gran Bretaña en las Guerras Napoleónicas. Las duras críticas que recibió la sorprendieron a tal punto que decidió no volver a publicar ninguna de sus obras durante el resto de su vida.[4] Su reputación se vio aún más perjudicada cuando varios de los poetas del Romanticismo que ella había inspirado en el apogeo de la Revolución francesa se volvieron en su contra en los años posteriores, a medida que fueron volviéndose más conservadores. Durante el siglo XIX sólo se la recordó como una escritora puntillosa de libros para niños, y fue olvidada en el siglo XX, hasta que el auge de la crítica literaria feminista durante la década de 1980 renovó el interés en sus obras y produjo una revalorización de las mismas.[5]