Anexo:Cuadros de Claudio de Lorena
Cuadros de Claudio de Lorena / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
La producción artística de Claudio de Lorena comprende 51 grabados, 1200 dibujos y unos 300 cuadros.[1]
Claude Gellée, más conocido como Claude Lorrain y, en español, Claudio de Lorena (Chamagne, Lorena, entre 1600 y 1605–Roma, Estados Pontificios, 23 de noviembre de 1682), fue un pintor francés establecido en Italia. Perteneciente al período del arte Barroco, se enmarca en la corriente denominada clasicismo, dentro del cual destacó en el paisajismo.
Casi desprovisto de educación, se dedicó al estudio de temas clásicos y labró por sí mismo su fortuna, desde un origen humilde hasta alcanzar la cima del éxito personal. Se abrió camino en un ambiente de gran rivalidad profesional, que sin embargo le llevó a tratar con nobles, cardenales, papas y reyes.[2] Su posición dentro de la pintura del paisaje es de primer orden, hecho remarcable por la circunstancia de que en el ámbito anglosajón —donde su obra fue muy valorada e incluso influyó en la jardinería inglesa—[3] sea únicamente conocido por su nombre de pila, Claude, al igual que artistas como Miguel Ángel, Rafael o Rembrandt. Gran innovador dentro del género paisajístico, ha sido calificado como el «primer paisajista puro».[4]
En su obra reflejó un nuevo concepto en la elaboración del paisaje basándose en referentes clásicos —el denominado «paisaje ideal»—, que evidencia una concepción ideal de la naturaleza y del propio mundo interior del artista. Esta forma de tratar el paisaje le otorga un carácter más elaborado e intelectual y se convierte en el principal objeto de la creación del artista, la plasmación de su concepción del mundo, el intérprete de su poesía, que es evocadora de un espacio ideal, perfecto.[5]
La obra de Claudio expresa un sentimiento casi panteísta de la naturaleza, que es noble y ordenada como la de los referentes clásicos de que se nutre el opus loreniano, pero aun así libre y exuberante como la naturaleza salvaje. Recrea un mundo perfecto ajeno al paso del tiempo, pero de índole racional, plenamente satisfactorio para la mente y el espíritu. Sigue aquel antiguo ideal de ut pictura poesis, en que el paisaje, la naturaleza, traducen un sentido poético de la existencia, una concepción lírica y armonizada del universo.[6]
Claudio era un dibujante de trazo espontáneo, al que gustaban los efectos inmediatos del pincel sobre el papel. Trabajaba con todo tipo de técnica: pluma y tinta diluida, aguada, carboncillo, sanguina, generalmente sobre papel blanco, azul o colorado.[7] Abandonó la pintura al fresco en beneficio del óleo, ya que esta técnica le permitía expresar más eficazmente las cualidades estéticas de la luz sobre la atmósfera.[8] Su obra se basa en una cuidada ejecución, de gran detallismo gracias a una pincelada compacta, rica en materia cromática, donde se advierte el rasgo del pincel pese a un alto grado de pulimento. Dominaba a la perfección la tonalidad, donde destaca la iluminación del color en infinitas gamas, creando una perspectiva aérea por superposición de planos que siempre están disimulados por el virtuosismo en el detalle, lo que da muestras de su maestría en la composición y en la ejecución cromática.[9]