Al-Khidr
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Al-Khidr, o El Verde, (الخضر en árabe, y cuyo nombre ha sido transcrito como Al-Hadir, Khader/Khadr, Khidr, Khizr, Khizir, Khyzer, Qeezr, Qhezr, Qhizyer, Qhezar, Khizar, Xızır, Hızır) es un personaje legendario islámico de la mística sufi del cual existen algunas referencias en el Corán,[1] aunque nunca se le llama por su nombre. Es descrito como un siervo justo de Dios, lleno de sabiduría o conocimiento místico. En varias tradiciones islámicas y no islámicas, Khidr se describe como un mensajero, profeta, valí, esclavo[2] o ángel,[3][4] que protege el mar, enseña conocimientos secretos[5] y ayuda a los que están en peligro.[6] Como ángel de la guarda, figura de manera prominente como patrón del santo islámico Ibn Arabi.[7]
La leyenda de Al-Khidr se ha formado a partir de relatos cristianos y judíos, que a su vez se remontan a antiguas leyendas cananeas. La figura de al-Khidr se ha sincretizado a lo largo del tiempo con varias otras figuras que incluyen, entre otras, Dūraoša[8] y Sorūsh en Irán,[9][10][11][12] san Sargis el guerrero, y San Jorge en Asia Menor y el Levante, Samael (el fiscal divino) en el judaísmo, Juan el Bautista en Armenia y Jhulelal en Sindh y Punjab en el sur de Asia. Aunque no se menciona por su nombre en el Corán, los eruditos islámicos lo nombran como la figura descrita en el Corán 18: 65-82 como un siervo de Dios a quien se le ha dado "conocimiento" y que es acompañado e interrogado por el profeta Musa (Moisés) sobre las muchas acciones aparentemente injustas o inapropiadas que él (Al-Khidr) toma (hundir un barco, matar a un joven, pagar la falta de hospitalidad reparando una pared). Al final de la historia, Khidr explica las circunstancias desconocidas para Moisés que hicieron que cada una de las acciones fuera justa y/o apropiada.
En la tradición islámica, su nombre se asocia a una leyenda según la cual Al-Khidr se detuvo a descansar en una tierra desértica, y la misma se volvió exuberante y llena de vegetación. Otras interpretaciones refieren al verde como símbolo del conocimiento auténtico y la vida eterna.[13]