Usuario:Virum Mundi/Taller/Los judíos en las fuerzas armadas alemanas durante la Primera Guerra Mundial
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La Primera Guerra Mundial vio una gran movilización de la comunidad judía alemana, con un apoyo mayoritario tanto al Estado como a la figura del emperador, por lo que se consideraba una cuestión de patriotismo y una consecuencia natural de la integración en la sociedad alemana de un judaísmo de tendencia más secular y nacionalista, que fue creciendo desde la emancipación concedida oficialmente a los judíos del Imperio alemán en 1871. Su servicio en las fuerzas armadas alemanas se caracterizaba por el sacrificio personal y comunitario, y, sin embargo, también por un marcado antisemitismo.
Un total de 100 000 judíos —casi la quinta parte de la comunidad judía alemana (unas 550 000 personas), incluyendo la mayoría de los hombres en edad de servicio—[1][2] se alistaron para luchar por el Faterland, de los que unos 12 000 murieron en combate.[3][4][5] Se estima que a mediados de la guerra, la proporción de judíos en las filas del Ejército imperial era un tanto mayor que la de la población general.[6] Estas cifras no incluyen a los entre 230 000 y 300 000 militares judíos que combatieron para el Imperio austrohúngaro junto al Imperio alemán,[7] muchos de los cuales eran austríacos, habiendo perdido la vida en el frente decenas de miles de ellos[8][9] (en muchas referencias de le ápoca se refiere al conjunto de militares judíos de habla alemana como un solo grupo).[10] Los judíos estaban representados en todas las ramas de las fuerzas combinadas (prusianas y bávaras), incluyendo las tropas terrestres, aéreas y navales. Su conscripción ofrecía escenas inéditas en el panorama militar germano, como los rezos grupales en las festividades judías en pleno cuartel del Ejército, o la celebración del sabbat en el campo de batalla, con el puesto del rabino militar (Feldrabbiner) como capellán por primera vez en la historia del Heer.[11] También hubo importantes contribuciones materiales a los esfuerzos bélicos, como las del naviero Albert Ballin.[12]
Las manifestaciones de antisemitismo, sin embargo, no cesaron durante la contienda, a pesar de que alemanes, tanto judíos como no judíos, lucharan codo a codo y compartieran la vida cotidiana y las mismas unidades militares durante meses, a veces años.[13] Los militares judíos se veían obligados a justificarse constantemente y defenderse de las acusaciones en su contra.[11] A la vez que ganaban el reconocimiento de sus superiores directos y fueran condecorados o ascendidos, tenían que enfrentarse a libelos como el Censo Judío (Judenzählung), realizado en 1916 por el Ministerio de Guerra para justificar bajo presión las acusaciones de la prensa antisemita por una supuesta falta de patriotismo y por ser Drückeberger, es decir, evadir sus obligaciones militares o refugiarse en puestos de retaguardia.[14] Aquel proceso, en la que los judíos fueron de hecho acusados, de una forma sutil, de cobardía e incluso traición (a pesar de ser a esta altura el sector de la sociedad más representado en las fuerzas armadas proporcionalmente a su tamaño), serviría más tarde a los nazis durante la promulgación de las Leyes de Núremberg, a finales de 1935.[15][16] La respuesta de parte de la comunidad judía fue la intensificación de sus muestras de patriotismo y compromiso con el esfuerzo bélico; si bien, al mismo tiempo, es cuando muchos judeoalemanes empiezan a darse cuenta de que su apoyo al Reich en el conflicto no iba a aplacar al antisemitismo latente en la sociedad alemana (al igual que su desempeño científico y académico, o su participación en la política nacional y local).[15]
Fuera del ámbito académico, las estadísticas relativas a los soldados judeoalemanes en la Primera Guerra Mundial tardaron en darse a conocer.[11] Las cifras fueron ocultadas a la opinión pública no solo durante su manipulación por los nacionalsocialistas en el período de entreguerras —y anteriormente por el Gobierno de la República de Weimar, caracterizada por un clamor popular que acusaba a los judíos de los resultados de la guerra y el aprovechamiento del debacle económico—, sino también durante los años de la Guerra Fría.[11] Tanto así, que a mediados del siglo XX, la sensación en gran parte de la sociedad era que la contribución de los judíos al esfuerzo militar de sus respectivos países había sido entre poca y nula, tanto en el caso de las Potencias Centrales como en el de Estados Unidos (donde hubo una marcada participación de judíos en posiciones de combate), ignorando en particular el sacrificio de la comunidad judía alemana. Este tipo de afirmaciones siguen siendo difundidas a día de hoy por grupos neonazis y de corte antisemita.[2]
Durante el Holocausto, el régimen nazi asesinó a la mayoría de los soldados judíos supervivientes del frente que se quedaron en Alemania y de familias que habían perdido a sus familiares en la Gran Guerra.[1] Los demás se habían exiliado en años anteriores (entre la posguerra y vísperas de la Segunda Guerra Mundial), emigrando a lugares como Estados Unidos, Latinoamérica y el Mandato británico de Palestina.