Museo de Pinturas de San Lorenzo de El Escorial
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El origen de la extraordinaria pinacoteca que alberga el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial se encuentra en la segunda mitad del siglo siglo XVII por una iniciativa de Felipe IV, continuada después por Carlos II, y que tuvo en el pintor y aposentador real don Diego Velázquez un protagonista de excepción. En 1809 la rapacidad de los invasores franceses y en concreto de Frédéric Quilliet liquidaron el orden del montaje seiscentista que hasta entonces se había conservado con escasos cambios en la mayor parte de los espacios monacales.
El museo fue reorganizado en la segunda mitad del siglo XX para la adecuada instalación de la colección, ya que las obras se exhibían deficientemente desde antiguo en las Salas Capitulares y en la Sacristía, en las que la luz, escasa y nada conveniente, así como la falta de espacio, perjudicaban no sólo la contemplación de los cuadros, sino que menoscababan calidades excelsas de colorido, de luz y de composición de las obras maestras expuestas, tapizando por completo los muros, todavía con un criterio de la época barroca.
En este sentido, el principal esfuerzo fue encaminado a dar el mayor relieve y eficacia a la celebración del cuarto Centenario de la construcción del Monasterio. Las obras de restauración del Palacio de Verano de Felipe II fueron una de las más destacables, pues el palacio se hallaba en completo abandono y franca ruina, sin carpintería, sin soldados y destrozados los revocos. Estas dependencias se hallan en la planta baja, al nivel del Jardín de los Frailes, y comprenden todos los salones y cámaras con sus saletas, que coinciden absolutamente con las del piso superior o Palacio de Felipe II y que rodean al Patio de los Mascarones; en estas salas se han instalado las pinturas de escuelas flamenca, alemana, italiana y española.
A este conjunto se le agregaron también salones, habitaciones principales y de recepción en la época del fundador, pero divididos en su altura y abundantemente tabicados en la época de Carlos IV; derribados todos los añadidos y con una labor de restauración de la estructura original, volvieron a contemplarse estos aposentos como fueron proyectados, con dimensiones y aspecto semejante a las Salas Capitulares. En total, diez salas que han dotado a Madrid de otra pinacoteca de importancia internacional.