Marxismo y religión
descripción de cómo el marxismo influye en la religión / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
El filósofo alemán del siglo XIX Karl Marx, fundador y principal teórico del marxismo, veía la religión como "el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una situación carente de espíritu" o el "opio del pueblo". Según Marx, la religión en este mundo de explotación es una expresión de angustia y al mismo tiempo es también una protesta contra la angustia real. En otras palabras, la religión continúa sobreviviendo debido a las opresivas condiciones sociales. Cuando se destruya esta condición de opresión y explotación, la religión se volverá innecesaria. Al mismo tiempo, Marx vio la religión como una forma de protesta de las clases trabajadoras contra sus malas condiciones económicas y su alienación.[1]
Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a reafirmar la estructura económica existente. Esto revela el porqué de la referencia a un opiáceo: la religión no se considera una forma de degradación intelectual ni tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista que suprimiría la idea que este tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad dentro de cada clase), sino que la religión es, por el contrario, el anestésico necesario de la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus condiciones materiales de existencia.
Desde el marxismo, la religión es vista como una realidad social e histórica y es una de las tantas formas ideológicas en cuanto, producción de ideas, conciencia, representaciones, y en este caso específico, de producción espiritual de los pueblos. Todas estas producciones obedecen a la producción que surge de lo material y las consecuentes relaciones sociales. En este sentido, como religión, el catolicismo, dependiendo las circunstancias históricas, asume un rol fundamental en la sociedad.[2][3]
En la interpretación marxista-leninista, todas las religiones e iglesias modernas son consideradas como "órganos de reacción burguesa" utilizados para "la explotación y estupefacción de la clase trabajadora". Varios gobiernos marxistas-leninistas en el siglo XX, como la Unión Soviética después de Vladimir Lenin y la República Popular de China bajo Mao Zedong, implementaron reglas que introdujeron el ateísmo estatal.
Algunos eruditos marxistas han clasificado los puntos de vista de Marx como adherentes al posteísmo, una posición filosófica que considera la adoración de deidades como una etapa eventualmente obsoleta, pero temporalmente necesaria, en el desarrollo espiritual histórico de la humanidad.[4]