Edad Clásica del Imperio otomano
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La Edad Clásica del Imperio otomano (en turco: Klasik Çağ) se refiere al periodo de la historia del Imperio otomano comprendido entre la conquista de Constantinopla en 1453 y aproximadamente el final del reinado de Solimán el Magnífico (r. 1520-1566), momento en el que el Imperio alcanzó su cúspide, con un sistema de gobierno patrimonial basado en la autoridad absoluta del sultán en el que se desarrollaron las bases institucionales que mantendría, con modificaciones, varios siglos.[1] En este período de los siglos XV y XVI, que algunos historiadores han llamado la Pax Ottomana, el Imperio prosperó bajo el gobierno de una línea de sultanes comprometidos y eficaces y también prosperó económicamente debido al control que ejercició sobre las principales rutas comerciales terrestres entre Europa y Asia.[2]
El Imperio otomano entró en un largo período de conquista y expansión, extendiendo sus fronteras profundamente en Europa y África del Norte. Las conquistas en tierra fueron impulsadas por la disciplina y la innovación del ejército otomano; y en el mar, su armada ayudó significativamente a esta expansión. La marina también contestó y protegió rutas comerciales clave en la navegación marítima, en competencia con las ciudades estado italianas en los mares Negro, Egeo y Mediterráneo y con los portugueses en el mar Rojo y el océano Índico.
La conquista otomana de Constantinopla en 1453 por Mehmed II consolidó el estatus de su Imperio como potencia dominante en el sureste de Europa y en el este del Mediterráneo. Después de tomar Constantinopla, Mehmed se reunió con el patriarca ortodoxo, Gennadios, y formalizó un acuerdo por el que la Iglesia ortodoxa, a cambio de poder mantener su autonomía y tierras, aceptaba la autoridad otomana.[3] Debido a las malas relaciones entre el último Imperio bizantino y los estados de Europa occidental, como resume el famoso comentario de Loukas Notaras, «Mejor el turbante del sultán que el sombrero del cardenal», la mayoría de la población ortodoxa aceptó el gobierno otomano como preferible al gobierno veneciano.[3]
El proceso de centralización que ya experimentaba el Imperio antes de 1453 se completó con el reinado de Mehmed II que, al hacer de Constantinopla (actual Estambul) la nueva capital tras su conquista, asumió el título de Kayser-i Rûm (literalmente, Caesar Romanus, es decir, emperador romano). Para consolidar esta afirmación, lanzaría un campaña para conquistar Roma, la capital occidental del antiguo Imperio romano. Con este objetivo, pasó muchos años asegurando posiciones en el mar Adriático, como en Albania Veneta, y luego continuó con la invasión otomana de Otranto y de Apulia el 28 de julio de 1480. Los turcos permanecieron en Otranto y sus alrededores durante casi un año, pero después de la muerte de Mehmed II el 3 de mayo de 1481, abandonaron y cancelaron los planes para adentrarse más en la península itálica con nuevos refuerzos, navegandon de regreso las tropas otomanas restantesal este del Adriático.
El sultán Selim I (r. 1512-1520) amplió mucho las fronteras oriental y meridional del Imperio al derrotar en 1514 en la batalla de Chaldiran al shah safávida Ismail I de Persia.[4] En el verano de 1515, Selim I completó la conquista de Anatolia, que disminuyó la zona tampón entre los otomanos y los mamelucos de Egipto. Esto permitió a los otomanos filtrarse en territorio mameluco con su armada, que llegó entre 1516 y 1517. Entraron en Egipto en enero de 1517. Selim I estableció el dominio otomano en Egipto disponiendo de una presencia naval en el mar Rojo. Después de esta expansión otomana, comenzó una competencia entre el Imperio portugués y el Imperio otomano para convertirse en el poder dominante en la región.[5] Esta conquista terminó con la ejecución de Tuman-bay II y resultó con la duplicación del tamaño del Imperio otomano.
La toma de posesión otomana de Egipto hizo que los europeos perdieran sus rutas comerciales de especias. Los otomanos decidieron construir su armada para defenderse de Europa y ganar nuevas tierras. El Emir de Argelia pidió ayuda otomana contra los españoles. En 1518, Argelia era una provincia otomana.
El sucesor de Selim, Solimán el Magnífico (r. 1520-1566), amplió aún más las conquistas de su padre. Reinició la guerra contra Hungría en 1521, capturando Belgrado. En 1522, los otomanos se aseguraron el dominio total del Mediterráneo oriental después de obtener la victoria en la conquista de Rodas. Soleimán regresó a Europa y después de la victoria en la batalla de Mohács en 1526, estableció el dominio turco en el territorio de la actual Hungría (excepto la región occidental) y otros territorios de Europa Central (Ver también: Guerras otomano-húngaras). Puso sitio de Viena en 1529, pero no pudo tomar la ciudad después de que el inicio del invierno lo obligase a retirarse.[6] Poco después, Fernando I comenzó las Pequeña Guerra en represalia a Solimán por no detener el apoyo a Zapolya. conquistó más tarde el sur y el centro del Reino de Hungría (las partes occidental, norte y noreste permanecieron independientes).[7][8] En 1532, realizó otra campaña a Viena, pero fue rechazado en el asedio de Güns, 97 km al sur de la ciudad en la fortaleza de Güns.[9][10] Se retiró a la llegada de las lluvias de agosto y no continuó hacia Viena como estaba previsto, sino que se dirigió de regreso a la capital.[11][12] En 1533, Solimán firmó el Tratado de Constantinopla con los Habsburgo reclamado por los safávidas que comenzaron a rebelarse en el frente oriental: tomó Bagdad en 1535, obteniendo el control de Mesopotamia y el acceso naval al golfo Pérsico.
Francia estaba en ese momento en guerra con la dinastía de los Habsburgo por el control de Italia. Francia perdió esa guerra lo que provocó el auge de la alianza franco-turca, alianza económica y militar, ya que los sultanes concedieron a Francia el derecho de comerciar dentro del Imperio sin impuestos. Para llegar al territorio de los Habsburgo, los otomanos necesitaban atravesar Hungría y atacar la ciudad de Mohács. Los Habsburgo atacaron a los otomanos por tierra y mar en 1537 en el sitio de Osijek, donde estaban las líneas de suministro otomanas. En 1538, Jeireddín Barbarroja, almirante de la marina otomana, se enfrentó en el golfo de Preveza, batalla de Préveza, a la flota de la Liga Santa. Aunque los otomanos eran superados en número en esa batalla naval, ganaron después de que Andrea Doria, príncipe de Melfi, se retirara. Eso hizo que la Liga Santa disminuyera y los venecianos hicieran las paces con los otomanos.
En 1541, Fernando I atacó de nuevo la capital Buda, pero los otomanos lo rechazaron poco después de comenzar la batalla. Solimán recompensó su éxito quedándose con Buda y los territorios circundantes. Después de nuevos avances de los turcos en 1543, el gobernante Habsburgo Fernando I reconoció oficialmente la ascendencia otomana en Hungría en 1547. Durante el reinado de Solimán, Transilvania, Valaquia y, de forma intermitente, Moldavia, se convirtieron en principados tributarios del Imperio otomano. En ese momento, el Imperio otomano era una parte significativa y aceptada de la esfera política europea. Hizo una alianza militar con Francia, el Reino de Inglaterra y la República Holandesa contra la España de los Habsburgo, Italia y el archiducado de Austria de los Habsburgo.
Bajo Selim y Solimán el Imperio se convirtió en una fuerza naval dominante, controlando gran parte del Mediterráneo.[13] Las hazañas del almirante otomano Barbarroja Hayreddin Pasha, que comandó la Armada otomana en parte del reinado de Solimán, llevaron a una serie de victorias militares sobre las armadas cristianas. A medida que avanzaba el siglo XVI, la superioridad naval otomana fue desafiada por las crecientes potencias marítimas de Europa occidental, particularmente de Portugal, en el golfo Pérsico, el océano Índico y las Islas de las Especias. Con los turcos otomanos bloqueando las rutas marítimas hacia el este y el sur, los europeas se vieron obligados a encontrar otras vías alternativas a las antiguas rutas de la seda y de las especias, ahora bajo control otomano. En tierra, el Imperio estaba preocupado por las campañas militares en Austria y en Persia, dos escenarios de guerra muy separados. La tensión de estos conflictos sobre los recursos del Imperio y la logística necesaria para mantener líneas de suministro y comunicación a través de distancias tan vastas, en última instancia, hicieron que sus esfuerzos marítimos fueran insostenibles y fallidos. La imperiosa necesidad militar de defender las fronteras occidental y oriental del Imperio finalmente hizo imposible un compromiso efectivo a largo plazo a escala global.
Al final del reinado de Solimán, la población del Imperio ascendía a unos 15 000 000 personas.[14]
- Bayezid II consolidó el Imperio otomano y frustró una rebelión safávida
(r. 1481-1512) - Selim I conquistó el sultanato mameluco de Egipto, convirtiéndose en la potencia dominante en el mundo islámico
(r. 1512-1520) - Solimán el Magnífico se convirtió en un prominente monarca de la Europa del siglo XVI, en la cúspide del poder otomano
(r. 1520-1566)