Distracción (magia)
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En el ilusionismo, la distracción (en inglés misdirection, 'desvío') es una forma de engaño en la que el artista atrae la atención de la audiencia hacia una cosa para distraerla de otra. Controlar la atención del público es el objetivo de todo teatro y es el requisito principal de todos los actos de magia. Ya sea un simple truco de bolsillo o una gran producción escénica, el secreto central es la distracción. Este término se refiere tanto al efecto de hacer que el espectador dirija su atención a un objeto sin importancia, así como a la prestidigitación o divagación del ilusionista.
Una referencia temprana a la distracción (misdirection) aparece en los escritos del artista y escritor influyente Nevil Maskelyne: "Consiste, sin duda, en engañar a los sentidos del espectador, con el fin de nublar la detección de ciertos detalles que se requieren mantener en secreto".[1] Casi al mismo tiempo, el mago, artista y autor Harlan Tarbell señaló: "Casi todo el arte de la prestidigitación depende de este arte de la distracción".[2]
Henry Hay describe el acto central de prestidigitar como "una manipulación del interés".[3]
Los magos distraen o desvían la atención de la audiencia de dos formas básicas. Una es dirigir la visión del público hacia otro lado por un momento fugaz, para que no detecten algún truco o movimiento. La otra opción es amañar la percepción de la audiencia, hacerles creer que un factor misterioso tiene que ver con la realización del truco cuando en realidad no tiene nada que ver con la ilusión. Dariel Fitzkee señala que: "La verdadera habilidad del mago está en la habilidad que exhibe para influir en la mente de los espectadores".[4] Además, a veces un accesorio como una "varita mágica" facilita la distracción.[5]