Cromosomas B
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Los cromosomas B o supernumerarios son aquellos cromosomas que poseen algunas especies animales y vegetales, aparte de su cariotipo normal. Por definición, estos cromosomas no son esenciales para la vida de las especies, y muchos de los individuos de esas especies (la mayoría) carecen de ellos. De manera que una población puede tener individuos con 0, 1, 2, 3, etc. cromosomas supernumerarios.[1]
La mayoría de los cromosomas B son principalmente o totalmente heterocromáticos, y pueden ser en su mayor parte no codificantes. Pero algunos, como los cromosomas B del maíz, contienen importantes regiones eucromáticas. En líneas generales, parece inverosímil que los cromosomas supernumerarios puedan persistir en una especie a menos que aporten alguna ventaja adaptativa, y esta ventaja se ha probado tan solo en unos pocos casos. Por ejemplo, el saltamontes británico, Myrmeleotettix maculatus, tiene dos tipos estructurales de cromosomas B: metacéntricos y submetacéntricos. Los supernumerarios, que poseen ADN satélite, aparecen en ambientes calurosos y secos, mientras que en lugares húmedos y más bien fríos son escasos o simplemente están ausentes.
En plantas, existe una tendencia a que los cromosomas B aparezcan en células de la línea germinal, pero se pierden en células de otros tejidos, como las hojas o raíces. Existen pruebas de los efectos deletéreos de cromosomas supernumerarios en la fertilidad del pólen, y de efectos favorables en algunas especies de determinados hábitats, como se demostró en la planta Allium schaenoprasum.
El origen evolutivo de los cromosomas B no está claro, pero se piensa que presumiblemente han derivado de segmentos heterocromáticos de cromosomas normales en un pasado remoto. En general, "podemos ver a los supernumerarios como una clase especial de polimorfismo genético, que debido a múltiples mecanismos de acumulación, no obedecen las leyes de herencia Mendeliana."[1]
Los cromosomas B pueden desempeñar un papel positivo en los cromosomas A en algunas circunstancias, ya que suprimen el emparejamiento homólogo durante la recombinación, que reduce las posibilidades de emparejamiento múltiple entre cromosomas de poliploides. Además de esto, los cromosomas B tienen también estos efectos sobre los cromosomas A:
- Aumentan la distribución asimétrica de los quiasmas.
- Aumentan el sobrecruzamiento y las frecuencias recombinatorias, es decir, incrementan la variación.
- Provocan un aumento de cromosomas sin pareja, lo que concluye en infertilidad.
Tienen tendencia a acumularse en células meióticas, por lo que se produce un incremento progresivo en número de cromosomas B conforme pasan generaciones. Sin embargo, este efecto es contrarrestado por selección, ya que produce infertilidad.