Cría de caballos en Francia
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La cría de caballos en Francia es una práctica conocida desde la época celta. Vinculado al prestigio político, la eficacia militar y la necesidad de obtener animales de trabajo diario, pasó de manos de los señores y monasterios adinerados de la Edad Media a los reyes franceses, pasando por Luis XIV y Colbert para controlar la crianza privada. Su historia está estrechamente relacionada con las actividades y necesidades humanas de cada época, que va de la mano con la aparición o desaparición de tipos específicos de caballos (caballos de guerra, trabajo, carruaje, tiro, carreras, deporte...) según sus usos y necesidades. La caballería y el transporte de personas y materiales, en particular, son las dos principales motivaciones de esta cría. Si bien la reputación de los caballos de trabajo franceses, y especialmente la del Percheron, es conocida en todo el mundo, el caballo de montar militar es deja mucho que desear. La organización de la cría y la creación de libros genealógicos de razas solo data de finales del siglo XIX.
La motorización y el progreso de la agricultura retrasaron en gran medida a la ganadería en el siglo XX. Con el desarrollo de nuevas técnicas que llevaron al final los usos militares y utilitarios del caballo, los criadores solo tenían cuatro salidas principales. La cría para las carreras de caballos, en donde esta se centra principalmente en Purasangres y Trotones franceses, siendo estos últimos los más extendidos en el territorio. Algunas personalidades se han forjado un nombre en el campo, como es el caso de Jean-Pierre Dubois. El deporte ecuestre ha revelado algunos atletas equinos de Selle français (Francés de silla) y Anglo-árabes al mundo entero, como lo es el caso de Jappeloup de Luze, quien dio a conocer la calidad de la cría francesa. Por otra parte, las actividades de ocio, e incluso de las de compañía, siguen desarrollándose a pesar de que el número de caballos adaptados sigue siendo reducido; con algunas iniciativas locales exitosas como la del uso de la raza Henson. Por último, la producción de carne es relativa casi de forma fundamental a las razas de tiro para la exportación o el sacrificio de caballos. 1 millón de quinos se contabilizaron en Francia en el 2017.[1] A medida que las ganaderías nacionales se desvinculaban gradualmente de su larga supervisión histórica sobre la cría privada, las numerosas reformas en el sector finalmente llevaron, en el 2010, a la creación del Instituto Francés del Caballo y la Equitación (Institut français du cheval et de l'équitation). Sin embargo, la cría francesa ha atravesado una crisis desde la década de 2010.
La cría de caballos ha sido totalmente agrícolas desde el 2005, y ha estado sujeta a normas relativas a la identificación, venta, elección de técnicas de reproducción y seguimiento de los nacimientos. El estado francés todavía distribuye primas por el nacimiento de potros de razas en peligro de extinción y durante las competiciones de cría o promoción deportiva para caballos jóvenes. Los propios criadores se agrupan en asociaciones, sindicatos y federaciones para defender y promover su actividad.