Gastronomía gitana
cocina tradicional del pueblo gitano / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
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La cocina romaní, o más concretamente cocina calé (gitano ibérico), es la tradición culinaria del pueblo caló, influida notablemente por la cocina española. La comunidad gitana tiene orígenes diversos, y se encuentra asentada en diferentes lugares de la península ibérica y más allá, por lo que no se distingue una cocina gitana como tal, pero sí se puede hablar de una forma «agitanada» de cocinar.[2]
Gastronomía gitana | ||
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Territorio: | Península ibérica | |
Etnia: | pueblo gitano | |
Sistema culinario: | dieta mediterránea | |
Relacionadas: | cocina española | |
Elementos representativos | ||
Ingredientes: | garbanzos, alubias, bacalao, casquería (gardinga[1]), espárragos trigueros, caracoles, alcachofas, champiñones, azafrán, hinojo...[1] | |
Platos: | berza gitana, arroz con hinojos, andrajos, zarangollo, menudo, potaje con pringá, tortilla del Sacromonte... | |
Bebidas: | café, té, vino... | |
Cocineros: | Matilde Amaya, Manuel Valencia Lazo, David Salazar, Josefina Silva Jiménez... | |
La gastronomía gitana es un reflejo del estilo de vida humilde y nómada de los romaníes. Se considera una cocina de aprovechamiento, basada sobre todo en legumbres, verduras y arroces,[3] y en la que destacan platos calóricos y sustanciosos como los potajes (platos «de cuchara»). A pesar de la sencillez de los ingredientes, los platos suelen tener mucho color y variedad de sabores.[4] De hecho, es popular entre los gitanos decir que «una comida sin color, es una comida paya».[2][4][5][6] En la lengua caló, se le dice jallipén o jama a la comida y jalar o jamar al acto de comer.
La cultura gastronómica de los gitanos se transmite principalmente por tradición oral de madres a hijas.[7] También es frecuente ver a los hombres entre fogones.[2] La comida tiene un papel relevante en la vida gitana, pues además de alimentar, tiene la función de unir a la comunidad; siempre se sirve en abundancia a todos los familiares e invitados, e incluso se cocina de más para llevar a las casas de otros seres queridos.[7]
Un factor que está provocando la lenta y silenciosa desaparición de esta tradición culinaria es el desinterés entre las nuevas generaciones en aprenderlas.[8] En cuanto a libros de cocina, uno de los referentes es La cocina gitana de Matilde Amaya (2002), la mujer de Juan Habichuela.