China y la plata: Comienzo de una economía global en los s. XVI - XIX
Economía global de la plata / De Wikipedia, la enciclopedia encyclopedia
Desde hace veinticinco años existe un gran debate sobre la idea de la globalización. De un lado, los economistas y emprendedores consideran que la libertad de comercio trae ventajas a las sociedades, y que en un intercambio sin coerción, las dos partes ganan. Afirman que cuanto más comercio mejor. Del otro lado, los activistas ambientales y enemigos de las grandes corporaciones creen que el comercio desregulado trastorna la sociedad en formas difíciles de anticipar, lo que puede ser destructivo. Según ellos, cuanto menos comercio, mejor. Podemos tener la percepción de que desde el principio, la globalización ha traído enormes ganancias económicas y también tumultos sociales y ecológicos que amenazan con ser mayores que esas ganancias.[1]
Muchos académicos consideran que el comercio de la plata americana en el siglo XVI supuso el genuino comienzo del comercio global, uniendo tres continentes, América con Europa y con Asia.[2] Gran parte de esa plata terminó en China, el país con mayor PIB del mundo en los siglos XVI y XVII, que la utilizó como su propia moneda, ya fuera en lingotes o acuñada.[3] Este comercio de la plata americana de la monarquía hispánica afianzó el Imperio español y su dominio mundial durante un siglo.[4]
La era de la globalización empezó al establecer los navegantes españoles en las Filipinas, una ruta de ida y vuelta entre Asia y las Américas, conocida como el tornaviaje, y utilizada por barcos conocidos como el Galeón de Manila, con enormes cargamentos de plata de la América española enviados a China para intercambiarlos por bienes asiáticos, principalmente chinos.[5] Las ciudades de Potosí en Bolivia, Manila en las Filipinas y Yuegang en el sudeste de China fueron eslabones esenciales y febriles en un intercambio económico que cubría el mundo entero.[1]
El Real de a ocho, también conocido como dólar de plata español o pieza de a ocho, fue una moneda de gran pureza en su ley y fiabilidad en su peso,[6] acuñada en los Virreinatos de Nueva España y del Perú, que se volvió transcontinental.[7] Los lingotes de plata y los Reales de a ocho, aceptados como moneda común para transacciones comerciales en Asia, América y gran parte de Europa, facilitaron los intercambios y la libre circulación de personas y bienes entre los tres continentes.[8]
A mediados del siglo XVII se produjo una crisis monetaria económica que afectó tanto a Europa (la llamada revolución de los precios) como a China. Las vicisitudes de los flujos de los lingotes de plata en unas economías sobrecalentadas fueron un factor crucial que culminó en la derrota del Imperio español en la batalla de Rocroi en 1643 (principio del declive de los Tercios españoles), y en la caída de la dinastía Ming en 1644.[9]