Bomba biológica
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La bomba biológica, también denominada bomba de carbono marino, se refiere a la fijación de carbono proveniente de la atmósfera y de la escorrentía terrestre por el océano. Este mecanismo natural de fijación de carbono es impulsado biológicamente, ya que organismos marinos durante todo su ciclo de vida consumen carbono y lo incorporan a sus tejidos. Al alimentarse, defecar o morir, estos organismos transportan el carbono desde la superficie de los océanos hacia su interior y eventualmente el carbono será depositado en el lecho marino.[1][2]
La bomba biológica es parte del ciclo del carbono oceánico a través del cual la materia orgánica, formada principalmente por el fitoplancton durante la fotosíntesis (bomba de tejido blando), es transportada desde aguas superficiales hacia las profundidades del océano. La bomba biológica también forma parte del ciclo del carbonato de calcio (CaCO3), el cual es utilizado por ciertos organismos como el plancton y los moluscos para formar conchas y caparazones (bomba de carbonato).[3]
El cálculo de la eficiencia de la bomba biológica de carbono se basa en la proporción de carbono que es parte de la sedimentación (exportación de carbono) y que forma parte de la remineralización (liberación a la atmósfera).
La bomba biológica incluye varios procesos, cada uno de los cuales puede influir en la eficacia del bombeo biológico. En general, cada año la bomba transfiere alrededor de 11 gigatoneladas de carbono al interior del océano. El carbono capturado por los océanos se mantendrá fuera de contacto con la atmósfera durante varios miles de años o incluso más tiempo. Si el océano no contara con una bomba biológica, entonces los niveles de dióxido de carbono atmosférico serían alrededor de 400 ppm más altos que en la actualidad.