Arquitectura de París durante la Belle Époque
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La arquitectura de París durante la Belle Époque, entre 1871 y el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914, destaca por su variedad de estilos, desde el neobizantino y el neogótico hasta el clasicismo, el modernismo y el art déco. También es conocida por su espléndida decoración y por su imaginativo uso de materiales nuevos y tradicionales, como el hierro, el vidrio, los azulejos de colores y el hormigón armado. Entre los edificios y estructuras más destacados de esta época se encuentran la Torre Eiffel, el Grand Palais, el Teatro de los Campos Elíseos, la Gare de Lyon, los grandes almacenes Le Bon Marché y las entradas a las estaciones del Metro de París diseñadas por Hector Guimard.
A menudo, la arquitectura de la Belle Époque tomaba prestados elementos de estilos históricos, como muestra el estilo neomudéjar del Palacio del Trocadero, el neorrenacentista del nuevo Ayuntamiento o la exuberante reinvención del clasicismo francés de los siglos xvii y xviii en el Grand Palais, el Petit Palais y el nuevo edificio de la Sorbona. Muchos de los nuevos edificios de oficinas, grandes almacenes y estaciones de ferrocarril tenían fachadas clásicas que escondían interiores decididamente modernos, con una estructura de hierro, escaleras de caracol, tragaluces y grandes cúpulas de vidrio, posibles gracias a los nuevos materiales y técnicas de ingeniería de la época.
El modernismo o art nouveau se convertiría en el estilo más representativo de la Belle Époque, asociado en particular a las entradas de las estaciones del Metro de París, diseñadas por Hector Guimard. Otros edificios destacados de este estilo son el Castel Béranger (1898), también de Guimard, en el 14 de la Rue Jean-de-La-Fontaine, en el Distrito XVI, y el Immeuble Lavirotte, un edificio de apartamentos revestido con esculturas cerámicas diseñado por el arquitecto Jules Lavirotte y situado en el 29 de la Avenue Rapp (Distrito VII).[1] Sin embargo, el entusiasmo por el modernismo no duraría mucho: en 1904 la entrada de Guimard de la estación de Opéra fue sustituida por una entrada más clásica, y a partir de 1912 todas las entradas de metro de Guimard fueron sustituidas por entradas funcionales sin decoración.[2]
La iglesia más importante de la época es la basílica del Sagrado Corazón, construida a lo largo de toda la Belle Époque, entre 1874 y 1913, aunque no fue consagrada hasta 1919. Fue diseñada inspirándose en las catedrales románicas y bizantinas de la Alta Edad Media. Por otra parte, la primera iglesia de París construida en hormigón armado fue la iglesia de Saint-Jean-de-Montmartre, situada en el 19 de la Rue des Abbesses, a los pies de la colina de Montmartre. Su arquitecto fue Anatole de Baudot, un discípulo de Viollet-le-Duc. Sin embargo, esta revolución no fue evidente, ya que Baudot revistió el hormigón con ladrillos y coloridos azulejos cerámicos de estilo modernista, con vidrieras del mismo estilo.
Cerca del final de la Belle Époque apareció un nuevo estilo, el art déco, que sucedió al modernismo como estilo arquitectónico dominante en la década de 1920. Los edificios de este estilo, construidos habitualmente en hormigón armado con formas rectangulares, marcadas líneas rectas y detalles escultóricos aplicados en el exterior en lugar de como parte de la estructura, se basaban en modelos clásicos y remarcaban la funcionalidad. El Teatro de los Campos Elíseos (1913), diseñado por Auguste Perret, fue el primer edificio parisino construido en estilo art déco. Henri Sauvage construyó otros edificios innovadores en este estilo, usando hormigón armado revestido con azulejos cerámicos y un diseño escalonado para crear terrazas.